Silvia Pinal atesora ahí su vida entera. “Mi casa, la única que he tenido, ha sido hogar y refugio de mi familia”, ha reiterado desde 1961. Ahí se casó y vivió con tres de sus cuatro esposos: Gustavo Alatriste (quien financió el techo), Enrique Guzmán y Tulio Hernández.
Ahí crecieron sus cuatro hijos, también al amparo de su madre, a quien le construyó una casa en la parte trasera. Por lo bueno y malo que ha vivido ahí, “Es mi lugar preferido”, confiesa.
El sitio fue sugerido por su padre, Luis G. Pinal, antes de morir (1951). Le insistió comprar un predio en el Pedregal de San Ángel, al sur de la Ciudad de México.
Ella adquirió la propiedad en abonos. La renovación en 1954 de su contrato de exclusividad con Gregorio Walerstein para filmar la película Cabo de hornos (1955) y la entrega de 65 mil pesos le dieron luz verde para hacer realidad el gran sueño de su vida.
“Cambiar tanto de residencia crea el complejo de no tener casa. Por eso decidí hacer esta y no me he salido de ahí nunca. Es duro el reclamo de no tener un pasado: no tienes amigos, no echas raíces... Por eso me aferré a la idea de esta casa, a la que siempre vuelvo por lejos que vaya a un viaje”.
Cristalizó sus “sueños olímpicos”
La planeación estuvo a cargo del arquitecto Manuel Rosen Morrison (1926-2018), quien ya había proyectado la residencia de Mario Moreno “Cantinflas”, y años después haría lo propio en la alberca y el gimnasio de los Juegos Olímpicos de 1968. “Manuel me preguntó que cómo quería la casa”, cuenta Silvia, “y le respondí: ‘Grande y con alberca’.
Cuando él inquirió de qué tamaño sería la alberca, le contesté: ‘Olímpica. Esta casa es de nueva rica (risas). Será mi primera y única casa. La quiero olímpica’. El arquitecto se moría de risa conmigo, pero olímpico era el tamaño y me construyó la alberca más grande de la zona. Tenía un terreno grande, aunque no para tener una así; cuando llegué y la vi dije: '¿Esto es la alberca olímpica? ¡En la madre!’. Era inmensa. Conforme pasó el tiempo, le dije: ‘Arquitecto, hágala más chiquita’, hasta que llegó a un tamaño normal. Aquí aprendieron a nadar todos mis hijos y nietas”.
AHÍ SE ESCRIBIÓ VIRIDIANA Y SE FILMÓ ‘MARÍA ISABEL’
Su construcción se asienta en parte sobre roca volcánica; el resto, sobre un sistema de pilares metálicos. Ahí se escribió el guion de la película Viridiana (1961) y su estructura funcionó como set para María Isabel (1967) y El amor de María Isabel (1968), que ella protagonizó. Algún tiempo la decoró con artesanías de Japón, por lo que Gustavo Alatriste la llamaba “Japonesa”.
SEIS DÉCADAS DE HISTORIAS
A lo largo de 60 años, sus espacios se han acoplado a diversos estilos y modas favoritos de la primera actriz. “Es la casa de mis sueños, fruto de mi trabajo y esfuerzo. También se casaron aquí Alejandra y Frida Sofía. La amo y todavía la disfruto mucho, acompañada con mis hijos y nietos. Aquí está construida mi vida entera: vivencias, recuerdos... No me puedo ir de aquí".
SANTUARIO
De sus paredes penden algunas obras que grandes artistas plásticos le han hecho; destaca, por supuesto, el retrato pintado por Diego Rivera y que disfruta siempre que está en casa. “Le he puesto y le he quitado muchas cosas a lo largo del tiempo, pero aquí he estado siempre. Además, es el punto de reunión familiar en Navidad y Año Nuevo”.