Concluida la primera temporada de la bioserie El último rey, el hijo del pueblo, basada en su libro homónimo, Olga Wornat asegura no temer a las demandas que pudiera generar su investigación, y reitera que todo lo escrito en su texto es verdad. El trabajo, en el que cuenta detalles poco conocidos de la vida de Vicente Fernández, ha generado molestia, principalmente entre los familiares del ídolo, quienes trataron de evitar que se transmitiera la teleserie producida por Juan Osorio; dicho enojo, según la autora, se debe a una manipulación de Gerardo Fernández, encargado de administrar el legado económico de su padre, y a quien señala como el principal interesado en ocultar temas, como el secuestro de su hermano mayor, Vicente Jr., ocurrido en mayo de 1998.
Platicamos con la periodista argentina, quien revela un rostro hasta ahora desconocido del segundo hijo del Charro de Huentitán, a quien hace responsable de cualquier agresión que pudiera sufrir, y a quien le envía contundentes mensajes.
¿Cómo has vivido la polémica generada con la bioserie basada en El último rey?
Con sensaciones contradictorias. Me he preguntado qué es esto de un abogado hablándome de marcas.
¿Qué tiene que ver el periodismo con las marcas?
Yo defiendo la libertad de expresión y la libertad de los periodistas de trabajar tranquilos, sin que nos molesten, además del derecho de las audiencias y de los lectores de decidir qué leer y qué ver… Ojalá aparezcan muchas series, muchos libros, y que nadie se sienta amenazado ni temeroso de que lo puedan demandar, ahora por una marca. No entiendo nada, es absurdo e inadmisible, así que no lo voy a aceptar.
Has declarado que recibiste amenazas de Gerardo Fernández, ¿cómo se dio esa situación?
Directamente no. Él me maltrató por teléfono, pero es un tipo muy desagradable y con eso me confirmó todo lo que me habían contado sobre él, sus malos modos, su prepotencia… Su padre no era así, su padre era amable. Y no es que él te diga algo, sino que viene alguien y te dice: “Ten cuidado, porque Gerardo es muy peligroso”. Te lo dicen no una vez, te lo vienen repitiendo, y no sólo la familia, gente de todo Guadalajara… Yo sólo digo que dé la cara, que no se esconda detrás de la figura de su madre.
¿Entablaste comunicación con alguien más de la familia?
No, sólo un cruce amable con Vicente Jr., que me dijo que yo había mentido. Le respondí: “¿Qué me estás diciendo? Sabes que todo lo que pongo en el libro es verdad”. Cuando hablé con él pensé que había leído el libro, pero no era así. Le aclaré que tengo 35 años de profesión, que no me faltara el respeto de esa forma, porque me puedo equivocar, pero nunca mentir… Me dijo entonces que no había leído el libro, pero que le dijeron que todo era mentira; cuando le pregunté quién, sólo me dijo: “Me dicen”. Después entendí que quien se lo decía era Gerardo, que fue a amenazarlo a él, y de esto me enteré después. Gerardo fue a amenazar a su propio hermano.
¿Crees que se comporte igual con el resto de la familia? ¿Que los tenga amenazados?
Sí, estoy segura. Si el padre se levantara de la tumba, se muere mil veces observando este escándalo, degradante, barato y vulgar… Porque Vicente no era así; él ponía la cara, y si tenía que pedir disculpas, las pedía. Él se llevaba bien con todo el mundo; podía no caerle bien un Juan Gabriel, pero no andaba con amenazas. Y sus últimos años fueron muy difíciles con los hijos; es más, él estaba agonizando en el hospital, y Gerardo haciendo sus desmanes ahí adentro, controlando todo, espiando a toda la familia, porque los espía.
Sabemos que recogiste más de 200 testimonios y todo lo que dices está sustentado…
Sí, por eso estoy tranquila, y sólo digo que aparezca Gerardo.
¿Temes alguna represalia?
Si me pasa algo, él es el culpable, así de simple. Sé de sus relaciones turbias.
¿Con el crimen organizado?
Por supuesto, todo Guadalajara lo sabe: sus negocios con los poderosos. Además, muerto Vicente, mucha gente se cansó de esas cosas y habla; es más, hay información delicada que no está en el libro, pero si tengo que utilizarla, lo voy a hacer, así que no jueguen conmigo.