El 15 de febrero de 1988, el público que sintonizaba El Canal de las Estrellas en su horario estelar estaba a punto de descubrir El pecado de Oyuki, una telenovela internacional basado en la tira cómica homónima creada por Yolanda Vargas Dulché.
El drama, que se transmitió hasta el 5 de agosto con gran éxito, representaría un hito en la televisión mexicana gracias a su apasionante historia protagonizada por una joven campesina japonesa y sus impresionantes escenarios, tomados directamente del ‘país del sol naciente’.
Sin embargo, detrás de la telenovela se escondió una producción complicada y una serie de afecciones que casi costaron la belleza de su guapa protagonista, Ana Martín. Aquí la historia que muy pocos saben.
¿De qué trataba El pecado de Oyuki?
Basada en las tiras cómicas editadas por Grupo Vid, El pecado de Oyuki seguía la historia de Oyuki Ogino (Ana Martín), una muchacha japonesa cuya inocencia es destruida después de que su hermano mayor, Yutaka (Salvador Sánchez), la mete a trabajar como geisha en un restaurante de Tokio.
Sin embargo, su vida cambia después de conocer a Irving Pointer (Boy Olmi), el hijo del embajador del Reino Unido en Japón. Aunque ambos se enamoran perdidamente del otro, su amor es imposible pues su relación no es aceptada por ninguna de sus culturas y ni familia de Oyuki, ni la de Pointer están dispuestas a que estén juntos.
La complicada producción de El pecado de Oyuki
Para El pecado de Oyuki, Televisa reclutó a la entonces cineasta Lucy Orozco, conocida por su trabajo al lado de figuras como Alberto Isaac, Felipe Cazals y Jaime Humberto Hermosillo, como productora ejecutiva.
Debido a sus antecedentes cinematográficos, Orozco se comprometió a realizar un producto de calidad y fidedigno, aunque eso significara gastar millones y millones de pesos.
De hecho, el único ahorro del que puede presumir la telenovela se dio gracias a la decisión de filmar gran parte de su historia en México y no en Japón, como originalmente se había considerado. Así pues, el país nipón solo sirvió como escenario de escenas de exteriores e inspiración para la creación de decenas de sets en un terreno de 20 hectáreas en el cerro del Ajusco.
Los gastos no pararon ahí, pues además de los enormes escenarios que recordaban al barrio de Ginza o el Tren Bala, también se necesitó la elaboración de pelucas con un valor de 7 mil dólares cada una y kimonos japonenes cuyo precio excedía los 20 mil pesos.
Se estima que el costo final de la producción de El pecado de Oyuki fue de 432 millones de pesos de esa época.
Las lesiones que casi cuestan la belleza de Ana Martín
Si bien, El pecado de Oyuki se destacaría por su ‘carísima’ producción, el público agradeció el gasto y aclamó la historia. Incluso, la protagonista fue invitada a la isla asiática para ser felicitada por su buen trabajo como una trabajadora japonesa.
Desafortunadamente, el éxito de la telenovela fue agridulce para Ana Martín, pues su rostro fue sumamente lastimado por los parches adhesivos que le ponían para estirar sus ojos durante las horas de rodaje.
Aunque sus doctores afirmaron que el daño no sería mayor si el uso de estos materiales se limitaba a seis meses, la piel de Martín comenzó a llenarse de ampollas y moretones. La belleza de la también protagonista de Gabriel y Gabriela corría riesgo de extinguirse.
Ante la problemática a la que se enfrentaba, Ana decidió actuar y someterse a un procedimiento estético en Los Ángeles para evitar cualquier afección permanente. Por fortuna, este funcionó, no sin antes dejar un enorme hueco en la bolsa de la actriz.