A un año de haber sufrido un infarto que lo tuvo en terapia intensiva, ALEXIS AYALA se siente más entero que nunca y recuerda aquel traumático episodio
TEXTO: GABRIELA DE LOS SANTOS FOTOS: JAVIER ARELLANO, INSTAGRAM ALEXIS AYALA
Alexis Ayala vivió la muerte de cerca, y a un año de ese episodio se siente más entero que nunca. El 30 de junio de 2018, el actor se encontraba con su familia en Acapulco, Guerrero; todo pintaba para ser unas vacaciones inolvidables, y así fue, pero de una manera que jamás imaginaron: sufrió un infarto y luchó por su vida en terapia intensiva. Exactamente 365 días después, se levantó a las 4:00 a.m., se miró al espejo, agradeció seguir vivo y asistió a un evento en el que apoyan a niños con enfermedades cardiacas: Kardias. ¿Coincidencia? Sólo el destino lo sabe, pero lo que sí es un hecho es que hoy tiene una nueva oportunidad de vida, y con mucho optimismo sigue sumando cada uno de sus sueños y anhelos. Alexis, te tocó madrugar, pero por una buena causa... Sí, y está padrísimo. Me encanta lo que hace Kardias, ser parte de este equipo que aporta un granito de arena para poder ayudar a niños de bajos recursos con cardiopatías y así poderles dar una vida por delante el día de mañana. LE CAMBIÓ LA VIDA Justo hace un año sufriste un infarto, ¿pensaste en la coincidencia? Sí, y te puedo decir que estoy muy contento de estar aquí. Hoy es 30 de junio, mi aniversario del aviso de vida. Hace un año estaba infartándome en Acapulco, me llevaron a terapia intensiva, y ahora estoy vivo, entero, sensacional. ¿Qué ha cambiado en este tiempo? Una vez que pasas un evento extraordinario aprendes a vivir como si fuera el primer día de tu vida. Hay veces que nos acostamos a dormir y damos por hecho que al día siguiente nos vamos a levantar, pero mucha gente no abre los ojos otra vez. Hay que darse cuenta de que tenemos un día más para poder aprender a querer, amar y vivir como los niños. ¿Cambiarías algo? Sí, cambié mi manera de pensar. Decir que voy a vivir como si fuera el último día de mi vida ya lo hago a un lado. Los adultos vamos perdiendo la capacidad de asombro, se nos va olvidando vernos a un espejo y decirnos: “Wow, ¡qué bien me caigo!, te amo tanto”. ¿Te pasó? Sí, y me olvidé de muchas cosas. Me metí en este papel de trabajar, hacer, tener... cuando lo primero que tienes que hacer es tenerte a ti mismo, no a las cosas materiales. Nosotros mismos nos soltamos de repente, y eso no está bien. “ESTOY VIVO Y ENTERO” ¿Qué fue lo que más trabajo te costó en este tiempo? A veces la gente, cuando te pasa algo, piensa que estás defectuoso, pero no, estoy más vivo y entero que nunca, por eso hay que aprender a vernos, tenerle respeto a la vida, a la gente que nos rodea y a nosotros mismos para que nada de eso nos afecte. Yo estaré dando unas conferencias para ayudar a la gente a salir adelante.
Si volteas al día en que te dieron de alta, ¿qué se te viene a la cabeza? Que vivo con mucha más tranquilidad, con ganas de estar contento porque aprendí que puedes tener un minuto malo, estar a disgusto, triste, pero eso no puede afectar tu día. Siempre hay que ponerle una sonrisa a tu cara, a tu alma y corazón. Te vemos más tranquilo... Estoy más relajado, vivo el ahora y agradezco que tengo la oportunidad de estar aquí. ¿Cambió tu rutina con la familia? No, creo que la rutina la tenemos al levantarte, bañarte, trabajar, lo demás no debe ser rutina, debe ser un gozo. Hay cosas que podemos planear, pero como dice el dicho, cuéntale a Dios tus planes... “NO TENGO NADA QUÉ PERDONARME” ¿Qué fue lo primero que hiciste hoy, recordaste enseguida la fecha? La traigo muy presente desde hace una semana. Hoy me levanté a las 4:00 a.m., y cuando abrí los ojos dije: “Dios mío, gracias, es un día más, no un día menos”. Me vi en el espejo y dije: “Wow ¡qué padre que estoy aquí!”. Hace un año pude ya no haber formado nada. ¿Hubo algún momento en que te pediste perdón durante esta nueva oportunidad de vida? No tengo nada qué perdonarme, tengo mucho qué aplaudirme. Todos tenemos errores, pero se convierten en una experiencia de vida, no son una cruz para cargar. ¿Cómo están tu esposa e hija? Está feliz, y mi hija también, esto es una anécdota para nosotros. ¿Cambió algo en la familia? Estamos más conscientes de tocarnos. Siempre hemos sido cariñosos y juguetones, pero ahora somos más de sentir, todo es amor. ¿Tienes un lema de la vida? Vivir como si cada amanecer fuera el primer día de mi vida: al máximo.