En la nueva versión de LA USURPADORA el actor se pone por primera vez en los zapatos del Presidente de México
TEXTO: SALVADOR FRANCO FOTOS: JAVIER ARELLANO, JOSÉ LUIS RAMOS, CORTESÍA
La usurpadora regresó corregida y aumentada a la pantalla chica, convertida en una miniserie de 25 capítulos con narrativa cinematográfica y las actuaciones de Sandra Echeverría, Arap Bethke y Andrés Palacios. Fue precisamente este último quien nos compartió la emoción que siente al formar parte del primer serial de “Fábrica de Sueños”, el proyecto emprendido por Televisa para revivir y modernizar algunos de los melodramas clásicos de la televisión. “Las premisas suelen ser las mismas, pero la manera de contarlas es lo que las hace diferentes y entrañables, y en esta ocasión, hay elementos que la hacen muy emocionante, como el que la historia transcurra en un escenario político, que tenga un guiño a la realidad, el equipo, y sobre todo mi personaje, que es el del Presidente de México”, señaló Palacios, quien ha participado en proyectos como Amor en custodia, Señora Acero y Tenías que ser tú, nos compartió algunos detalles de su nueva aventura en la que por primera vez se metió en los zapatos del mandatario mexicano.
PURA EMOCIÓN ¿Qué te llamó la atención de La usurpadora? Teníamos la referencia de la versión anterior que había sido muy sonada, y si a eso le sumas la producción de Carmen Armendáriz, la dirección de Francisco Franco y el resto del elenco, era imposible decir que no. ¿Aceptaste de inmediato? Me entusiasmé muchísimo, pero tuve que hacer pruebas, más de las que he hecho en toda mi vida. ¿Pruebas de qué? ¿O te refieres a las audiciones? Sí, hice casting, pero también pruebas de vestuario, lectura, voz, colorimetría, familia, pareja y hasta lectura de prompter, algo que nunca me había sucedido. ¿No tienes inconveniente con audicionar, a pesar de tu trayectoria? Claro que no. Al contrario, me parece que en la medida en la que puedas ser más meticuloso y puntual en lo que se está buscando, el resultado será más certero. LOS CLÁSICOS NUNCA MUEREN ¿Qué podemos esperar de La usurpadora? Al ser una nueva versión, no un remake, lo único que se retomó fue la premisa de que una mujer cansada de su vida trata de safarse, se topa con su hermana gemela y decide ponerla en su lugar. Eso es igual, pero todo lo demás es diferente.
¿Qué hará diferente a esta versión? Desde el planteamiento, porque la historia transcurre en un escenario político en el que hay un guiño a la realidad, que pudimos construir desde la imaginación y sin aludir a ningún mandatario conocido. SR. PRESIDENTE Debió haber sido algo muy divertido interpretar al Presidente de la República... Sí, pero en él había ausencia de diversión. Y es que, en serio, no había posibilidades de hacer alusión a nada, ni siquiera un poco más desfachatado o divertido; por el contrario, todo el tiempo había que estar con formalidad en todas las escenas. ¿Cómo fue estar en los zapatos de un mandatario? Para mí es algo bastante nuevo. Tuve que transformarme, pensar, hablar, caminar y moverme distinto. ¿Te costó trabajo? Se convirtió en todo un reto interpretarlo por sus características y su perfil, así como el protocolo, la formalidad, la solemnidad, la discreción, la prudencia y la mesura que tenían que estar presentes todo el tiempo. ¿Qué sentiste al estar en sus zapatos? Creo que pude transitar brevemente por una situación de responsabilidad y frustración por los obstáculos que hay para resolver ciertas situaciones relacionadas con la política y el bienestar de los ciudadanos mexicanos, donde siempre habrá una oposición y un choque de ideas. ¿Pudiste comprender a los presidentes del país? Es que a pesar de que sea algo de muy buena voluntad, o que aparentemente tenga muy buenos resultados, o la intención sea una mejoría, siempre hay un obstáculo, una piedra en el zapato que se va a oponer.
Ya hablas como político... Sí, pero de corrido, y espero que sin dislexia. ¿Te atrae la política? Nada, y esa fue una de las razones por las que me llamó la atención este proyecto; interpretar personajes que no tengan nada que ver con mi vida cotidiana se convierte en un desafío para mí.