Para convertirse en el Presidente de México dentro de LA USURPADORA, ANDRÉS PALACIOS se enfrentó a muchas pruebas
TEXTO: NAYIB CANAÁN FOTOS: JOSÉ LUIS RAMOS, RICARDO CRISTINO, JAIME NOGALES
Cuando leyó el perfil del personaje, Andrés Palacios se propuso quedarse con el papel por el que estaban optando otros compañeros. Interpretar al Presidente de México en la adaptación de La usurpadora, que cada noche rompe récord de audiencia en la pantalla de las estrellas, era el objetivo principal de este actor que nunca antes se había enfrentado a tantos filtros, y que ahora seduce al público como Carlos Bernal en la producción de Carmen Armendáriz, perteneciente a la antología “Fábrica de Sueños”. Distintos peinados, audiciones con varias compañeras, largas jornadas y clases de protocolo fueron algunas de las pruebas superadas por el artista que fue escogido antes que Sandra Echeverría para estelarizar el proyecto grabado en el Foro 15 de Televisa San Ángel y algunas locaciones como Coyoacán, el Centro Histórico de México y la Universidad de California en Chimalistac. “ME HUBIESE GUSTADO TENER MÁS TIEMPO DE CONVIVENCIA” La serie está completamente grabada, ¿qué sentiste al concluir los llamados? Fueron muchas emociones distintas, y los últimos días los vivimos con prisa, es que generalmente los capítulos finales son más intensos, y en un solo día grabamos de todo, lágrimas, rupturas, persecuciones... Y sumado a todo eso se nos mezcló la nostalgia de ver un proyecto ya concluido; quizá nos hubiese gustado haber pasado más tiempo de convivencia. Lo que pasa es que al ser una producción corta, de 25 capítulos, todo pasó muy rápido. En otras novelas, teníamos tiempo para salir a comer o reunirnos en algún lado al terminar una grabación, pero aquí todo fue tan cronometrado que no pudimos hacer eso.
¿El personaje que terminaste haciendo es el mismo que leíste cuando te dieron el primer libreto, o lo fuiste construyendo a tu medida? Hubo una base de construcción y creación del personaje, pero en función de que le van pasando cosas, se tiene que ir modificando inevitablemente. Creo que no hay alguien cuya estancia en la vida sea igual después de tener una serie de responsabilidades, y acontecimientos, algunos desafortunados, otros no tanto. Siento que uno no es la misma persona que fue la semana pasada, entonces, el rol se va construyendo casi día a día, dependiendo de las necesidades de cada escena. ¿Qué tan duro fue el camino para convertirte en el presidente Carlos Bernal? Pasé por ocho castings; fueron muchas cosas, la edad, el perfil, la familia, los colores, lecturas, pruebas con distintos actores, actrices... Me peinaban de diferentes maneras buscando el look ideal, en fin, creo que es el proyecto en el que más filtros tuve que superar. ¿Dudaste en quedar seleccionado? Son tantos años dedicándome a esto, que trato de no hacer ninguna conjetura de nada, ni para bien ni para mal. Yo siempre dije que si era para mí, sería bienvenido, y si no, que la vida me lo quitara. Por lo tanto, no generó ningún tipo de pensamientos. “QUISE SALTAR DE FELICIDAD” Igual te quedaste con el rol, ¿qué te pasó por la mente en el momento en el que te dieron ese “sí” definitivo? Bueno, en ese momento hubo un 50 por ciento de “¡no lo puedo creer!”, y otro 50 de satisfacción por ver que las pruebas que hice realmente gustaron a la producción, que dieron con lo que buscaban. Yo sí tuve muchas ganas de saltar de felicidad, de gusto, me dio mucha ansiedad por comenzar a grabar de una vez. Quería leer los libretos, saber quiénes más iban a estar... Cuando se anunció esta versión de La usurpadora, algunas personas esperaban tal vez un protagonista similar al Fernando Colunga de 1998, ¿te alejaste por completo de aquel Carlos Daniel Bracho? Este personaje es completamente distinto, porque obvio es una versión y eso marca una diferencia. Entiendo que hay quienes crean que es un remake o una copia, pero no tiene nada que ver. La premisa se enfoca en unas hermanas gemelas que intercambian roles, y eso provoca una serie de acontecimientos. Es que ya con ser un thriller político de 25 capítulos, se aleja de lo que fue esa versión de los años 90.
Al ser un galán diferente, ¿tuviste una preparación especial? Es parte de la tarea del actor, hicimos un taller para construir el personaje previo a las grabaciones, y fue muy enriquecedor, porque ahí encontramos gestos, características, maneras de hablar y caminar; además, contamos con una asesoría de protocolo político. ¿Te inspiraste en algún mandatario? No, no se pudo; yo hubiera querido, pero no. Nos dimos todos la tarea de hacerlo diferente. He visto otros proyectos en los que sí se hace alusión específica a cierto personaje político, pero en este caso usamos el recurso de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.