Aunque ya pasaron 15 años de la muerte de EDUARDO PALOMO, CARINA RICCO todavía siente el vacío que le dejó
Texto: Nayib Canaán Fotos: Javier Arellano, Jaime Nogales
Ya pasaron 15 años, y aunque el dolor no es el mismo, Carina Ricco todavía siente la herida que le dejó la muerte de Eduardo Palomo. La actriz y cantante asegura que la huella sigue ahí, recordándole cada día que la vida hay que aprovecharla al máximo, sin desperdiciar ningún instante. Ella ha pasado todo este tiempo cuidando a sus dos hijos: Luca y Fiona, pero este 2019 representa su renacer en la industria del entretenimiento; por eso prepara varios proyectos que, además de tenerla activa, le permitirán retomar lo que abandonó al fallecer su esposo de un ataque al corazón mientras cenaban con unos amigos en Los Ángeles. “SIEMPRE QUEDAN GANAS DE HABER HECHO MÁS” ¿Qué te ocupa por estos días? Voy a estar este año con Luca en México, mientras Fiona estudia en Los Ángeles. Yo escribo un par de programas para televisión, espero que sirvan para alguna plataforma como Netflix. Me gustaría hacer algo para tele, aunque la gente me diga que está muerta, pero yo insisto. ¿Te entusiasman las series? Sí; de hecho me estoy juntando con una amiga a escribir contenido. Vamos a crear una historia en la que el amor gana, el amor en todos sus sentidos, la fuerza de ponerse de pie otra vez, de seguir luchando por las cosas justas, correctas, por la integridad. Es en parte lo que has vivido, porque después de haber perdido a tu esposo hace 15 años te mantienes firme, de pie... Sí. Aprendí a darme cuenta de cómo pierdes tanto tiempo en lo urgente y te olvidas de lo importante. La vida se va en el trabajo, el coche y tantas cosas, que terminas olvidándote de pasar tiempo con la gente que amas realmente. En mi caso, con el Flaco (Eduardo Palomo) no fue así y pudimos apartar ese espacio para estar juntos y tener a los niños, pero siempre quedan ganas de haber hecho más, haber estado más tiempo... ¿Quedó, por ejemplo, algún viaje pendiente? No, no. Es que lo hacíamos mucho. Siempre viajábamos con los niños, y si no, compartíamos en casa con mucha gente que se acercaba a visitarnos. Cualquier pretexto era bueno para juntarnos, comer, hacer fiestas. La casa siempre fue un punto de encuentro, no necesitábamos salir para ser felices. Ahora, con mis hijos, vivo lo mismo. Estar juntos los tres es un regalo. “APRENDÍ A VIVIR CON EL VACÍO DE SU AUSENCIA” Tanto tiempo después, ¿cuál fue la lección más difícil? Quizás entendí que la vida es muy frágil. Vivimos en cuerpos de carne que en dos segundos les puede pasar algo, entonces es necesario darle importancia a lo que realmente la tiene. Creo que no hay que preocuparse mucho, ni por lo económico ni por cualquier situación que atravieses; al final todo pasa, hasta los momentos más difíciles. Siempre trato de tener una visión que vaya más allá, y es la que me ayuda a tomar las decisiones correctas a la hora de caminar sola con Fiona y Luca. No me quedo en los momentos duros. A veces estoy agobiada en un problema y veo que la gente los tiene peores, por eso me concentro en ayudar a los demás, eso me llena de energía. ¿La ausencia de Eduardo sigue doliendo? Hay momentos que sí. Creo que nadie se va de esta vida sin una cicatriz. Es una ausencia con la que se aprende a vivir. No olvidas ni se te quita. Recuerdo que al principio me decían: “Ya lo vas a superar”. Y yo respondía que no era una carrera de obstáculos para superarlo. Con el tiempo fui aprendiendo a vivir con ese vacío, a abrazarlo y a sentir lo hermoso. Agradezco que estuvo conmigo, porque pudo no estar, pude no haberlo conocido, pude no haber encontrado al gran amor de mi vida.