Afectado de su movilidad después de ocho infartos, CÉSAR BONO desafía a la muerte y toma terminante decisión a costa de su salud
TEXTO: GRISEL VACA • FOTOGRAFÍAS: ARCHIVO, CORTESÍA
En febrero pasado, César Bono vivió una situación complicada de salud: fue hospitalizado por problemas gastrointestinales, cuyos efectos se sumaron a los más de ocho infartos que ha sufrido y han afectado su movilidad, además de los de la hernia hiatal que padece, y rehúsa operarse. Sin embargo, el comediante de 70 años mantiene su buen humor y asegura ser realista; aunque sabe que su muerte está próxima, vive sin angustias ni depresiones. Por el momento disfruta el confinamiento, que ha sido para él un descanso después de trabajar intensamente desde 1966.
“ME IBA A MORIR ANTES DEL CORONAVIRUS”
¿Cómo le va en esta cuarentena?
Bien. He sido un hombre muy trabajador, empecé a los 16 años y tengo 70, así que estos 54 de trabajo han sido muy intensos; durante muchos trabajé más de 16 horas al día, porque el teatro era de martes a domingo, y el cabaret de lunes a sábado, y si estaba haciendo las dos cosas al mismo tiempo, no tenía descanso. También hice mucha televisión, cine... en fin. Estoy gozando tener tiempo para ver un programa o película, me estoy echando mis siestas, entonces, me está resultando placentero.
¿Cuándo retoma las grabaciones de Vecinos?
Si Dios quiere, este lunes 15 de junio, es una fecha tentativa. Regresaríamos a grabar tres capítulos que faltan de la temporada y que por la pandemia ya no se hicieron. También tengo proyectos de cine y teatro; espero que la tele sea la primera puerta que se abra para volver a trabajar, porque sí disfruto no trabajar, pero también disfruto mucho mi trabajo.
¿Cómo sigue de salud?
Yo me iba a morir antes del coronavirus, pero no me morí; quedé con secuelas de movimiento, que es lo que me preocupa, pero no me duele nada ni estoy enfermo. Las secuelas son por los infartos que tuve, pero aquí sigo.
¿Cómo va con sus terapias para esas secuelas?
Se interrumpieron por la contingencia, ya no pude ir; espero que ahora que vuelva al trabajo recobre muchas cosas, sobre todo la capacidad de trabajar, porque an- tes del coronavirus estaba en teatro y en tele, entonces me queda claro que puedo alternar dos trabajos.
“¡NO ME OPERO Y NO ME OPERO!”
¿Qué pasó con su operación de hernia hiatal? ¿También quedó en pausa?
Sí, pero no me voy a operar. ¡No me opero y no me opero!
¿Por qué?
Nunca me van a ver convencido de eso. Yo, al igual que muchos seres humanos, pienso que estamos hechos para que no nos abran, y no quiero que me abran la hernia; no me faltan las anginas ni el apéndice ni nada... No quiero operaciones. Y cuan- do me lo proponen los doctores, les digo: “Yo no quiero, pero si tienen un paciente que le interese, adelante, le cedo mi lugar”.
¿Qué le dice su familia al respecto?
Me conoce, y sabe que no me voy a operar. Lo que pasa es que es una forma de ver la vida, igual porque soy hijo de un señor que se operaba a la menor provocación, y yo soy todo lo contrario; simple- mente no me gustan las operaciones ni los doctores.