Amante de la vida, EDITH GONZÁLEZ se dedicó a cultivarla y gozarla a cada instante, dando siempre buena cara a la adversidad
Texto: ALEJANDRO SALAZAR HERNÁNDEZ FOTOS: JAVIER ARELLANO, JOSÉ LUIS RAMOS, GETTY IMAGES, INSTAGRAM EDITH GONZÁLEZ, ARCHIVO EDITORIAL TELEVISA
Si algo no le gustaba a Edith González era hablar de su vida privada, pero a lo largo de sus 50 años de trayectoria desmenuzó detalles que hoy permiten armar el rompecabezas de una mujer siempre preocupada por cultivar su existencia y gozarla a cada instante. “Disfruto casi todo de una carrera tan simple que consiste en pararte en un escenario, aprenderte algo y disfrutarlo haciendo uso de la palabra. Es como seguir jugando a la casita de otra manera”, decía.
MUJER DISCRETA Si en el terreno personal no permitía intromisiones, mucho menos en el sentimental; Edith González fue siempre discreta. “Mi parámetro masculino es muy alto”, dijo después de que en su lista de romances se inscribieron nombres como Demián Bichir (1996) y un embajador de Francia en México: Bruno Delaye (2008). Durante la segunda mitad de 2003, la actriz y el ex Secretario de Gobernación, Santiago Creel, iniciaron un romance sellado a piedra y lodo por dos razones: él estaba casado y entonces se perfilaba como candidato del PAN a la presidencia de México. “Me sedujo su manera de hablar, pausada, su cierta timidez y su falta de gracia al bailar”, reveló a una publicación española la actriz, quien quedó embarazada y complicó así el panorama para ambos: ella debió renunciar al protagónico de la telenovela Mujer de madera (2004), y él le pidió mantener en secreto su paternidad para no afectar su carrera política rumbo a las elecciones de 2006. Ella aceptó. Fruto de esa relación, el 17 de agosto de 2004 nació Constanza, y durante cuatro años Creel rehuyó a su responsabilidad en medio de especulaciones de paternidad, para luego reconocerla y darle su apellido. CONSTANZA, LA CEREZA DEL PASTEL EN SU VIDA Edith se dedicó por completo a su pequeña hija y compartió con ella los mejores momentos de su vida, y los no tan buenos. Su compañía y apoyo fueron el mejor bálsamo durante su lucha por librarse del cáncer. “Durante semanas durmió a los pies de mi cama, no me abandonó”, reveló el año pasado la actriz. “Es el amor de mi vida; es tierna, inteligente, graciosa, ama la música, tiene su corazón enorme (...). La gente me dice que es una niña muy buena y que muy buena labor he hecho. La neta es que es así, ella nació con esos sentimientos e inteligencia, yo solamente intento guiarla y cultivarla”.
SE CASÓ CON LORENZO LAZO TRAS PERDER UN BEBÉ Con tan sólo nueve meses de relación, Edith dio el “Sí, acepto” al economista el 24 de septiembre de 2010 en la Ciudad de México. La pareja debió posponer tres semanas su boda ante la pérdida del bebé que esperaban al quinto mes de embarazo. La actriz lució un vestido valuado en 24 mil pesos y una corona de oro con perlas, brillantes y diamantes. Fue su primer matrimonio, mientras que para él, el segundo. Él enviudó de Concepción de la Mora, quien falleció de cáncer en 2009.
ACTRIZ POR CASUALIDAD
EDITH GONZÁLEZ se consagró como estrella en América, Europa y Asia gracias a las telenovelas
Un día, su mamá, Ofelia Fuentes, asistió con sus hijos Victor Manuel y Edith, al programa Siempre en domingo, a cuyo foro llegó el productor Miguel Sabido, vio a la pequeña rubia y le propuso su primer papel en la serie Cosa juzgada (1969). De lo demás se encargó la vocación de la regiomontana. “Siempre era la protagonista de todas las obras en la escuela, le encantaban los aplausos y ya no quería bajarse del escenario; cuando llegaba el punto de sacarla cargando, hacía sus pataletas”, recordaba recurrentemente doña Ofelia. Así inició la trayectoria de Edith González que, a lo largo de 50 años, trabajó en más de 30 telenovelas, algunas de las cuales la erigieron como reina del género en Italia, China, Rumania y otros países, además de América. Su versatilidad le permitió encarnar todo tipo de mujer: desde las dulces y sensibles, hasta las más seductoras y descorazonadas.
UN CLÁSICO. En 1973 participó en la serie Los miserables, producción de Canal 13. Interpretó a Cosette. Aquí con Blanca Sánchez.
SU GRAN OPORTUNIDAD. Con Los ricos también lloran (1979) adquirió notoriedad internacional. Su personaje iba a ser encomendado a Yuri.
CON UNA LEYENDA. La primera telenovela mexicana de Libertad Lamarque fue Soledad (1980). Ahí ambas trabajaron con Manuel Capetillo.
PRIMER ESTELAR. Le llegó a los 18 años con Bianca Vidal (1982), al lado de Salvador Pineda. Fue la primera producción de Televisa transmitida en China.
ESPALDARAZO DE LUJO. Lo dio a Arturo Peniche en Monte Calvario (1986), donde también actuó Úrsula Prats. Su actuación dramática fue convincente.
POLÉMICA. En 1987 fue villana en Rosa salvaje, estelarizada por Verónica Castro. Renunció por presunto maltrato; la sustituyó Felicia Mercado.
SUCESO INTERNACIONAL Corazón salvaje (1993) es uno de los más grandes éxitos en la carrera de Edith. Protagonizada por Eduardo Palomo, la producción de Pepe Rendón la catapultó como ídolo en Italia, donde implantó marcas de audiencia y fue conocida en más de cien países gracias a su interpretación de Mónica de Altamira. También le reportó el Premio TVyNovelas como Mejor Actriz en 1994.
PAREJA INOLVIDABLE. Con Fernando Colunga estelarizó Nunca te olvidaré (1999), escrita por Caridad Bravo Adams.
OTRO ÉXITO. En 2001, precedida por el éxito del musical Aventurera, la rubia protagonizó Salomé acompañada de Guy Ecker. La telenovela se consolidó como la más exitosa de todos los tiempos en Rumania.
¡SEXUALIDAD A TOPE! Como villana de Mundo de fieras (2007), entró al juego de la perversión en la forma de vestirse y caminar. Por su desempeño ganó el Premio TVyNovelas como Mejor Actriz Antagónica. ACTUÓ EN RUMANIA. Mientras grababa Palabra de mujer (2007), viajó a Rumania para participar en la telenovela Inima de Tigan (Corazón gitano). JUGUETOTE. Protagonizar en Colombia Doña Bárbara (2008), basada en el clásico de Rómulo Gallegos, la consagró como villana. “Fui muy feliz haciéndola. Me planteé como reto hacerla agradable, y lo cumplí”.
LA PEOR VILLANA. Fue Clara Fantasiosa y la interpretó en la serie Mujeres asesinas, producida por Pedro Torres. “Es la primera vez que hago algo con mucha saña, y no fue tan catártico, no me gustó asesinar”.
SU ÚLTIMA APARICIÓN. Fue en el reality show Este es mi estilo, de TV Azteca, para cuya segunda temporada seguiría como jurado.
“CON AVENTURERA APRENDÍ A SENTIRME BONITA” Aunque a lo largo de su carrera participó en interesantes montajes, ninguno superó el éxito que Edith González logró con el musical Aventurera, y que representó en dos temporadas: de 1997 a 1998, y de 2005 a 2008. “En la primera aprendí a sentirme bonita. Nunca tuve esta sensación hasta que la hice”, confesó la actriz quien, gracias a la interpretación de Elena Tejero, dejó atrás su imagen angelical y se convirtió en ícono del teatro mexicano. TAMBIÉN BRILLÓ
EDITH GONZÁLEZ actuó en Adiós Lagunilla, adiós y Salón México; está por estrenarse una película en la que su personaje muere y deja huérfana a su hija
Aunque su trayectoria está más ligada a la televisión, y en cierta medida al teatro, Edith González también nos regaló inolvidables actuaciones en la pantalla grande con proyectos que marcaron la historia de nuestro cine. SUS INICIOS Entre sus primeras apariciones destacan películas como Canción de Navidad (1974), El rey de los gorilas (1977) y Alucarda, la hija de las tinieblas, clásico de terror dirigido por Juan López Moctezuma en 1977; ahí nos regaló a una angelical niña del pueblo con una mirada perturbadora. Durante su adolescencia combinó melodramas televisivos como Los ricos también lloran (1979) o La fiera (1983) con cintas como Cosa fácil (1982), dirigida por Alfredo Gurrola y basada en una novela policiaca escrita por Paco Ignacio Taibo II, en la que compartió créditos con Pedro Armendáriz Jr., Julissa y Ernesto Gómez Cruz. CINE POPULAR En 1984 se incorporó como parte del elenco de Adiós Lagunilla, adiós, encabezado por Rafael Inclán, Leticia Perdigón y Maribel Fernández “La Pelangocha”. Con ésta, René Cardona Jr. cerró la trilogía que exploraba temas como la pobreza, la lucha de clases y el sueño americano. Ese cine popular, prácticamente el único que se producía en esa época, le dio cobijo con proyectos como Pero sigo siendo el rey y Central camionera, ambos de 1988, Trampa infernal (1989) –terror de bajísimo presupuesto protagonizado por Pedrito Fernández– y El descuartizador (1991).