FERNANDA OSTOS recibió 19 mil 800 pesos como reparación del abuso sexual que sufrió el año pasado
TEXTO: ALEJANDRO SALAZAR HERNÁNDEZ FOTOS: WEB, NOTICIEROS TELEVISA
El 13 de marzo de 2018, Fernanda Ostos fue víctima de abuso sexual en la Ciudad de México. Jesús Uzziel Granados Castillo le manoseó un seno mientras caminaba por calles de la colonia Condesa. Acto seguido, la actriz persiguió al agresor pidiendo ayuda; metros más adelante, éste fue detenido por policías en medio de fuerte reprimenda por parte de la víctima, quien grabó el rostro del abusador y lo hizo viral en redes sociales. Hace unos días, el caso concluyó con la reparación económica del daño por parte de Jesús Uzziel. ¿El monto? 19 mil 800 pesos. No hubo juicio; al no tener él antecedentes penales y ser considerado primo delincuente, se apeló a una suspensión de procedimiento que sólo le obligó a acatar medidas cautelares de no acercarse a ella y firmar ante el juzgado durante seis meses. Esto nos platicó Fernanda. “EL DINERO SIRVIÓ PARA PAGAR MIS TERAPIAS” Hay noticias respecto al abuso sexual que viviste el año pasado... Sí, terminó el caso; no fuimos a juicio por una suspensión de procedimiento. Como el agresor no tenía antecedentes penales y cooperó en todo, hubo reparación de daño, un acuerdo al que llegamos con la ley. Se optó por una salida que ésta le dio al agresor por ser primo delincuente, siempre y cuando acate ciertas medidas cautelares como no acercárseme de ninguna forma y reparar el daño con un monto determinado por el perito y que él depositó en el juzgado. ¿Para que te sirvió ese dinero? Para pagar mis terapias. En realidad, el dinero no es tan importante; honestamente lo que yo quería es que a él le doliera, le pesara su proceder... Que tuviera una consecuencia y dijera: “Esto está muy complicado, no lo vuelvo a hacer”. Yo alegué: “¿Por qué no lo mandamos a terapia a él? Yo voy a quedar afectada, pero el que está mal de inicio es él por hacer eso. Meterlo a la cárcel tampoco es la gran solución”. Lo más que se pudo hacer se hizo, y eso me satisface emocionalmente. Las autoridades exhortaron a denunciarlo, si es que había antecedentes, ¿alguien lo hizo? Al menos cuatro personas me escribieron en mis redes sociales diciendo que había hecho lo mismo con una chava en el estacionamiento de la universidad donde él estudiaba, en el Estado de México. Ella sólo se quejó con los maestros y lo único que pasó fue que lo corrieron del plantel; si ella lo hubiera denunciado ante las autoridades, este fulano se hubiera ido directo a la cárcel a enfrentar el proceso. Por eso es tan importante denunciar y no decir: “No va a pasar nada”. Como ciudadanos tenemos la obligación de hacerlo. Es un delito y debe tener consecuencias como tal. “LO IMPORTANTE NO ES QUE ME PIDIERA PERDÓN, SINO QUE NO LO VUELVA A HACER” ¿Tuviste que carearte con él? No. En la audiencia yo estuve en una mesa y él en otra; estaba como de lado y si no lo quieres ver, no lo ves. Es un trago feo porque debes exponer públicamente que te tocó un seno; cuando tú eres la víctima te da vergüenza. Tal vez por eso muchas mujeres no denuncian.
¿Te pidió perdón? ¿Te dijo algo? No, no podía. Las medidas cautelares le impiden acercarse a mí y no lo hizo, ¡qué bueno! Lo importante no es que me viniera a pedir perdón, sino que no lo vuelva a hacer o que al menos diga: “A lo mejor me encuentro a otra mujer como ésta que me persigue y ¡pa’ qué quieres!”. Cuando lo aprehendió la policía, ¿qué le dijiste? Al alcanzarlo, me dijo: “¡Ahí muere ya!”. Le dije: “Ahí no va a morir, brother. ¡Aquí va a empezar!”. Después del modo en que lo exhibiste en redes no le deben haber quedado ganas de hacerlo otra vez... ¡Ojalá! Obviamente estaba enojada, alteradísima... Lo acababa de perseguir porque me tocó un seno, no le iba a decir: “Oye manito, ¿puedes voltear a la cámara con una sonrisa?”. ¡No, tenía un coraje espantoso! Luego me dijeron que era una grosera. Una señora me envió un mensaje en Facebook diciendo que me pusiera a trabajar, que cómo era posible que quisiera ganar fama acusando a un jovencito, ¿y saben qué? Esta sería la última forma que yo elegiría para ganar fama; prefiero asaltar un banco u otra cosa que no tenga que ver con mi intimidad. No juzgo a las mujeres que no lo hacen, porque es un momento muy feo, te quedas paralizada. De hecho, no sé por qué reaccioné así, no lo pensé; sólo corrí con todas mis fuerzas, grité y me arriesgué. “SIGO TOMANDO TERAPIA” ¿Perdiste la fe en algún momento del proceso? No, y sí quiero aclarar eso. De la única persona que me quejé fue de uno de los policías que, en el momento de la persecusión, me preguntó: “¿Qué le hizo señorita?”. “Me tocó un seno”, le dije. Y respondió: “¡Ah, pensamos que le había robado! Así no va a proceder y va a salir mañana”. Eso hizo que me prendiera y dijera “¡¿Qué?!”, y por eso hice la transmisión en redes.
¿Ya recuperaste la tranquilidad? No, esa ya no se recupera. Hace unos días, salí a las 9:30 de la noche de mis clases de flamenco, abrí la puerta de mi coche y el “viene viene” se acercó para detenerla... ¡Me quedé fría del miedo! “¡¿Qué me va a hacer?!”, pensé. No le pude decir ni “gracias”. Me metí al auto, cerré la puerta y sentí pavor. No perdí la tranquilidad por el suceso de La Condesa, las mujeres la tenemos perdida desde que somos niñas y te dicen: “¡Cuídate!”, “no salgas”... ¿Por qué mejor no les decimos a los niños: “No toques a las niñas”?. ¿La terapia tomada hasta hoy ha sido suficiente para superar este incidente? Sigo tomándola como ejercicio de vida, pero en ese momento fue muy importante. Insisto: la tranquilidad no se recupera; chéquense las noticias diariamente y verán que ya es riesgo ser mujer en el mundo entero, sobre todo en nuestro país.
