FERNANDA OSTOS toma clases de baile para superarse como actriz y moderar su temperamento
TEXTO: ALEJANDRO SALAZAR HERNÁNDEZ • FOTOGRAFÍAS: RICARDO CRISTINO
A los 16 años participó en el musical La Cenicienta, protagonizado por Itatí Cantoral. Ahí, Fernanda Ostos interpretaba a un ratoncito; era un papel soñado, hasta que la pusieron a bailar. “Y como lo hacía muy mal, me sacaron de la obra, quedé medio traumada, me puse a estudiar jazz y ballet y ya no paré”, cuenta la cantante y actriz que, desde hace poco más de un año, toma clases profesionales de flamenco, género que además de complementar su carrera artística, le permite moderar su temperamento. Acompañamos a la integrante de La parodia a una de sus sesiones, y nos habló de la experiencia.
“LIBERAS ENERGÍA Y FRUSTRACIÓN”
¿Cuándo y cómo surge la pasión por este tipo de baile?
No recuerdo cuándo ni dónde fue la primera vez que lo vi, pero siempre me ha gustado, no sé por qué. Es un baile fuerte, apasionado... Liberas mucha energía con él. Empecé a estudiarlo hace 10 años de manera no profesional; ahí estuve dos años. Donde estoy ahora me traen en friega, y es lo que me gusta. La maestra Pilar Fernández no te suelta, es una bailadora de Monterrey y es una buenaza.
¿Te sueñas bailando profesionalmente en los tablaos?
Me encantaría; en una de esas me animo. Lo estudio porque me gusta muchísimo y además me ayuda; no tiene relación alguna con mi faceta de cantante pop-rock ni de actriz de teatro musical, porque difícilmente vas a bailar flamenco, pero el porte y la elegancia sí te sirven para la actuación.
¿Qué más encuentras en este arte?
Es muy apasionado... Y yo soy muy apasionada (risas). Pero lo que más me gusta es que, al zapatear fuerte, sacas energía, frustración... Cuando no puedo hacerlo bailando, me agarro a gritos por ahí, pero no es lo ideal. Prefiero por eso estar bien canalizada en el baile.