Era un ídolo juvenil en los años 90.
Fue en 1996 cuando Flavio César se sintió vacío, moralmente incompleto y la gente cercana a él lo notaba raro; el cantante vivía un proceso diferente, ya no lo llenaba nada, se había acercado a una biblia y, con eso, a Dios.
El reconocimiento de la gente ya no le bastaba, ni las giras, el dinero o las mujeres que estaban dispuestas a todo con tal de estar cerca del guapísimo ídolo de los noventa.
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Entonces, Flavio prefirió alejarse, poner distancia en su carrera y vivir su etapa de desierto, que consiste en un periodo de introspección y reafirmación de Cristo y de sus creencias; antes de cumplir un mes en su retiro recibió propuestas para protagonizar una telenovela de corte juvenil, pero él dijo no y se decidió a seguir su corazonada y acercarse a una religión distinta a la que profesaba y que hasta ese día no entendía.
Luego de 10 años, en 2006 se convirtió en parte activa de su iglesia y seguía cantando, pero ahora música cristiana, la cual fue rápidamente aceptada, tanto, que siguió componiendo y grabando discos.
Ahora, Flavio César es pastor y lleva más de una década transmitiendo el mensaje; según sus palabras, ahora es un hombre feliz que vive en la plenitud de Dios, y se casó con una mujer que conoció en la iglesia, con la cual formó una familia.
El ex ídolo ofrece dos celebraciones en Monterrey cada domingo, lugar en que radica, y a veces hasta lo invitan a EU; tienen gran cercanía con los jóvenes, a los cuales en más de una ocasión les ha dejado claro que él lo tuvo todo, dinero, viajes, mujeres, fama, reconocimiento público, pero que al final eso no es nada, que escuchen la voz de su experiencia y que se enfoquen en lo realmente importante: ayudar al prójimo, ser feliz, tener una familia y seguir dando el mensaje que contagia cada domingo desde su ministerio, donde a través de su voz sigue transmitiendo emociones, ahora sin hablar de amor o de desamor, sino de un amor infinito que es Dios, el cual cambió, según el artista, su vida para siempre.