JULIÁN GIL recorrió a pie cerca de 300 kilómetros en 12 días para llegar a la catedral de Santiago de Compostela en España
TEXTO: GABRIELA DE LOS SANTOS FOTOS: @REYLUIS
Julián Gil habló con Dios, con personas desconocidas y con él mismo durante el largo camino. El actor viajó a España para hacer el Camino de Santiago, un recorrido que llega a la tumba del apóstol Santiago y a quien el argentino interpretó en la película del 2015. “La idea nace hace más de ocho años cuando leí El peregrino, de Paulo Coelho, en ese momento me quedé cautivado con la historia”, aseguró. Luego de la oportunidad que tuvo en la pantalla grande, fue hasta la Catedral de Santiago de Compostela a prometer que volvería, pero caminando, y así lo hizo; junto a dos amigos que hoy son sus hermanos emprendió esta experiencia espiritual: “El camino te llama. Cuando terminé la última escena de esa película con el mismo vestuario y en personaje, fui a la catedral y le di gracias a Dios y Santiago por darme la oportunidad de interpretarlo, le prometí, abrazando el busto, que haría el camino. De ahí surge mi pasión y amor por esta peregrinación tan bonita”. 300 KILÓMETROS A PIE EN 12 DÍAS Su camino inició en el municipio de Ponferrada, al norte de España, recorrió cerca de ocho municipios a pie hasta llegar a Santiago de Compostela. A diario recorrían 30 o 35 kilómetros y se hospedaban en albergues u hostales. Julián nos narró que desde el momento uno comenzó a trabajar en el desapego, es por ello que al llegar decidió raparse, y aunque los obstáculos fueron difíciles a causa de una tendonitis en el tobillo y días de fiebre, logró cumplir su promesa, y hoy se convirtió en uno de los miles de peregrinos que recorren el camino cada año.
SUFRIÓ UNA TENDONITIS AL SEGUNDO DÍA ¿Quién te acompañó en esta travesía? Dos grandes amigos, uno de ellos es Tito, mi gran amigo y asistente desde hace ocho años, y Rey Luis, a quien conozco hace poco pero se ha convertido en alguien que va a estar en mi vida para siempre. Se dice que las personas que te acompañan ya estaban elegidas para estar contigo. ¿Cuál fue el momento más difícil? Al segundo día de caminar me dio una tendonitis en el tobillo izquierdo y se me agudizó mucho. Los días siguientes fueron horribles, eran cerca de 35 km diarios. En la noche lo trataba con hielo y conseguí algunos terapistas, pero en el día volvía el dolor después de recorrer 5 km. Lo mágico que tiene el camino es que te va creando una coraza y se vuelve un reto mental, espiritual y físico muy duro. ¿En algún momento decidiste parar? No, pero sí hubo muchos que me preguntaban por qué lo estaba haciendo; había momentos de tanto dolor que decía que no iba a poder seguir, pero le pedía a Dios: “Dame fuerzas para tener cada día y poder llegar a la catedral”. Esa era mi misión, estar ahí y convertirme en peregrino.
¿Hubo alguna anécdota que te haya marcado? Uno de los días que llegué al hostal me atendió una abuelita, tenía el pie hinchado y casi 39 grados de fiebre a causa de la insolación. Ella se empeñó en que me quedara tres días de descanso y yo me puse de terco para irme al otro día. Fue cómico porque peleamos y después quedé enamorado de ella, sabía que lo que hacía era cuidarme. “EN LA VIDA NO HACE FALTA DEDICARLE TIEMPO A PERSONAS TÓXICAS” ¿Llegaste a sentir a Dios? Su presencia está permanente. Te puedo decir que viví momentos en los que tuve conversaciones que solamente puedes tener en una peregrinación. Esto te lleva a estar tanto tiempo contigo que son conversaciones largas y personales. Pero sí, hablé mucho con él. ¿Qué aprendizaje te dejó? Confirmé que en la vida las cosas materiales son una estupidez. El camino te empieza a dar señales de que en la vida uno tiene que desprenderse de la mayor cantidad de cosas, no solamente materiales, sino también de personas tóxicas, pues no hace falta dedicarle el valioso tiempo que tiene uno. Aprendes a valorar momentos, llegabas a los albergues de 50 personas desconocidas, y te das cuenta de que te dan mucho más amor que los que están cercanos a ti. Valoré los tiempos con mis seres queridos.