Ocurrió tras la liposucción que se practicó.
Lucila Mariscal es una guerrera, tiene 72 años y ha pasado por lo peor que le puede suceder a una madre: perder a un hijo, él era Andrei, en 2009 lo secuestraron y no se volvió a saber nada de él; Lucila prefirió dejar el caso por la paz: ?Quise y quiero saber qué pasó, pero ya para qué le busco, lo hice mucho por todos lados y ya no quiero saber más?, nos dijo, pero antes de esa pérdida, la actriz, quien es reconocida por su personaje emblemático de Lencha y su frase ?papucho?, se sometió a una liposucción en la que casi muere y perdió parte de sus senos; además, tras la depresión que sufrió, intentó suicidarse con una pistola en su casa.
Díganos, ¿cómo bajó de peso?
Gracias a unas cápsulas que se llaman Duo control, pero ha sido un milagro, porque desde hace muchos años que no había tratado de adelgazar, ni cuenta me di de cuando perdí los primeros 18 kilos en un año, sólo noté que la ropa me estaba quedando grande y pensé: ?¿Serán las cápsulas que me estoy tomando diario en ayunas??, porque ya las había tomado como disciplina, pero hasta que me subí a una báscula de esas que te dicen todo fue cuando les puse atención.
Fue muy grave lo que le pasó...
Sí, la liposucción no se la aconsejo a nadie, me la hice en 1998, me tuvieron 10 horas y media en el quirófano con anestesia general y me metieron mano en todo, espero que nada más clínicamente (risas), porque yo estaba perdidamente dormida. Salí de ahí con anemia perniciosa y lo único que bajé fue como a 90 kilos; además, como pedí una reducción de mamas porque era talla 44 DDE y los hombros me sangraban por el peso que cargaban los tirantes del brassier, se me infectaron los senos.
Cuéntenos del difícil momento en el que estuvo a punto de quitarse la vida...
Quedé muy traumada después de la operación, no quería ni salir a la calle, tenía pánico, mi cuerpo estaba azul, luego morado, lila y rosa por el efecto de tanta sangre molida. Soy un milagro de vida, Dios no quiso que me muriera; el día que me quise quitar la vida, que fue cuatro semanas después de la operación, me vi al espejo y miré mi cuerpo, los senos sin un pezón, toda mutilada porque me hacían diario debridaciones (eliminación de tejidos muertos), entonces fui por una pistola, que en ese tiempo estaba nueva, me la metí a la boca, y en el momento que iba a jalar el gatillo escuché que alguien gritó: ?¡Lucila!?, volteé para la puerta y vi una luz que no sé cómo explicar por la fuerza que tenía y una figura alta, era un asistente originario de Huamantla, Tlaxcala, que ya había muerto y me dijo llorando: ?¡Ay Lucila!, ¿qué ibas a hacer??, esa es una muestra de que Dios sí existe.
¿A raíz de lo que vivió tiene episodios de tristeza?
Actualmente me deprimo porque perdí a mi hijo, me lo secuestraron y me lo desaparecieron, ese es el dolor más fuerte que he vivido, pero soy una guerrera, siempre estoy luchando.
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