La periodista Claudia de Icaza le saca más trapitos al Sol; insinúa misteriosa relación con su madre y le recomienda ir al psiquiatra
TEXTO: Alejandro Salazar Hernández FOTOS: Edson Vázquez, Ricardo Cristino Luis Miguel, la serie picó la cresta a Claudia de Icaza. La periodista se había propuesto ya no hablar del Sol tras el escándalo desatado por la publicación, en 1994, del libro Luis Miguel. El gran solitario, en el que ventila la truculenta infancia y adolescencia del cantante, cuyos detalles por cierto fueron retomados en la producción recién transmitida por Netflix. Ella fue demandada entonces por difamación, daño moral, psicológico y calumnia, y los abogados del artista le exigían una indemnización de siete millones de dólares. El proceso de tres años y medio fue mediático y ella salió victoriosa. La tregua se rompió cuando, en su capítulo 9, la serie hizo referencia a De Icaza presentándola como Cynthia Casas, joven periodista que termina por lanzársele. Azuzada por sus seguidores en redes sociales, reeditó Luis Miguel. El gran solitario... 24 años después, versión corregida y aumentada en la que ahora detalla y analiza el pleito legal que cambió su vida. La promoción permite a Claudia no sólo la oportunidad de desvelar los traspiés enfrentados en los juzgados; también una nueva posibilidad de desentrañar nuevamente la intimidad de Luis Miguel, que oculta aún cosas más fuertes que deberían ser tratadas en la ya confirmada segunda temporada de su serie, y hasta le recomienda tratarse con un psiquiatra “porque no está bien. Es muy fuerte lo que está viviendo ahorita y tiene razones”. En entrevista, una irónica Claudia de Icaza prepara, apunta... “CORREGÍ MUCHAS TONTERÍAS SIN DEFORMAR LA HISTORIA” ¿Qué buscas con la reedición de tu libro? Chupar el bote. Me parece cañón que a mi edad, con los años que llevo de periodista, diga: “Quiero chupar del bote”. Quiero y lo merezco. Es una expresión que saqué de lo que me han criticado: dicen que yo chupo del bote para vivir de Luis Miguel y que lo sigo haciendo. Me gustó la frasecita y ahora se las reviro: “Quiero chupar del bote”; es decir, quiero recibir una buena compensación económica por este libro porque, con la experiencia de hace 24 años, las ventas sirvieron para pagar los abogados que me defendieron de Luis Miguel durante tres años y medio. Hoy quiero chupar del bote como pin... degenerada y también concluir el ciclo que no cerré en 1994, porque también tenía el derecho de platicar lo que a mí me pasó, lo que viví. La novedad es el capítulo “Una demanda indecorosa”, en el que detallas tu experiencia en los juzgados... Quiero que sepan él y mucha gente que me ha juzgado cómo se vive una demanda, porque no me la pasé feliz de la vida entre los reflectores teniendo tras de mí un personaje tan fuerte con toda su carga de abogados, y que además me puso en muchos riesgos. Durante tres años y medio se dijeron también de mí cualquier cantidad de cosas. Por eso soy como soy ahora, porque fue una experiencia catastrófica. Yo no quería reeditar el libro; lo que menos quería era rescatar el cadáver de El gran solitario. De hecho, mandé rescindir el contrato en 1998, porque ya no quería un maldito libro más. Ahora espero que el público que vio la serie y me empujó a hacerlo compre el libro. Dices “quiero que sepa él”, ¿que Luis Miguel lo lea? Él no lee; igual va a pedir a alguien que se lo lea. Luis Miguel no leyó el primero y no va a leer éste. ¿Cómo te lo pidió la gente? Identificó en la serie lo que escribí en el libro y me empezó a decir en redes: “Oye Clau, quiero tu libro” o “Tu libro lo están vendiendo en internet en mil 500, dos mil pesos”. Bueno llegué a tener uno hasta en tres mil y dije: “¿Yo no voy a ganar nada?”. No soy tan pen..., pero si hubiera tenido la intención, publico el libro editado cuando estaba el merequetengue de la serie y bueno... Ahora tuvieron que convencerme, empujarme... ¿Qué tan difícil fue lograrlo? Muy difícil. Honestamente lo digo porque la demanda sí me afectó. De hecho, cuando se acabó el proceso, me escondí dos años en una clínica de masajes reductivos, no para que me masajearan, ¡yo masajeaba a las personas! Les bajaba la lonja, les subía la nalga... No me interesaba ni hablar de Luis Miguel, porque hubo gente que me dijo: “Has vivido de él”. ¡No me chi...! Vayan y googléenme. El libro de él es uno y tengo cinco más.
Lo publicitan como una biografía corregida y aumentada, ¿qué corregiste y qué aumentaste? Corregí muchas tonterías, pero no puedo deformar la historia. Inicio directo desde el primer capítulo y no doy entrada a platicar cómo fue que llegué a la casa de Luis Miguel, algo que hoy me parece muy tontito y pen... Aumentada porque tiene el relato de la demanda. En aquel entonces iba a las audiencias, llegaba a mi casa y escribía todo lo que ahí vivía. Redacté 150 cuartillas y dije: “Cuando esto termine, voy a publicar el libro para embarrar a todos estos desgraciados”. “LUIS MIGUEL ME QUISO COMPRAR PARA SILENCIARME” En ese proceso, ¿te autocensuraste? ¿Pesó el temor de una nueva demanda? De ninguna manera. Nunca me he marcado una censura y nunca lo voy a hacer; digo nada más lo que tenga sentido, y lo que no, no lo diré. En mi caso, soy mal hablada, pero cuido mucho lo que escribo y digo. En su momento, ¿qué fue lo que molestó a Luis Miguel, que se ventilara su vida y se supiera que consumía alcohol y drogas? Lo que odió, porque lo manifestó en la demanda, fue el título; lo puso frenético. “¡Yo no soy el gran solitario!”, dijo. “Sí lo eres”, y si lo analizamos en cada entrevista, habla siempre de su soledad. También le molestó que me metiera con lo de sus papás... Perdón, pero fui absolutamente cuidadosa, lo que no hizo él en la serie con sus papás; no tuvo consideración de nadie. Y bueno, es su vida y es su derecho, pero a mí no me podía repeler absolutamente nada porque fui muy respetuosa. De hecho, aun sabiendo los problemas de droga que tenía, no abordé el tema. ¿Por qué? Jamás en la vida se me hubiera ocurrido. Cuando salí de esa entrevista con él lo vi tan dañado, tan lastimado que dije: “Terminé admirando al artista” y quería enviar el mensaje de que deben admirarlo por todo lo que sacrificó para encumbrarse. Si leen el libro, ese es el mensaje, y ese sí se lo voy a cobrar a este ca... por derecho de autor, porque lo utilizaron en su serie. Incluso mi lenguaje era para las chavitas adolescentes y todo me salió mal: un libro inocuo, respetuoso, que sólo decía cosas importantes, como por ejemplo, que su papá lo llevó a su primera relación sexual por el cambio de voz o por la producción del tema Decídete, en el que se quita la camisa y es un escuálido niño todavía, porque así se manejaba. Les juro por Dios que algunos valemos más por lo que callamos que por lo que decimos, pero a mí ya me valió gorro. Yo sé muchas cosas de Luis Miguel, como que tuvo un pasón cañón y llegué apenas y lo sacaban de un hospital en Las Vegas, Nevada, pero ahora lo digo. Claudia de Icaza va a hablar fuerte después de que no habló fuerte en el libro. Si me demandaron, ya da igual. Revelas que Luis Miguel te quiso comprar para silenciarte... Sí. ¿Qué me ofreció? Su amiguito político llegó y me dijo que nos podíamos dar una cierta satisfacción (risas). Yo le pregunté: “¿Como de qué tipo?”. Y me respondió: “Le pides perdón bien y tú también tienes derecho a una satisfacción. ¿Cómo está tu contrato?”. “Del cocol. Pésimo. Te lo voy a mostrar para que lo leas”, le comenté. “Pero qué crees: vivo con un señor, el papá de mis hijos (el productor y compositor Francisco Curiel), que es muy buen proveedor, y entonces fíjate que escribo por placer. O sea que las satisfacciones nada. ¿Cómo ves?” (risas). Luis Miguel quería también el 40 por ciento de las ganancias del libro que, dicho sea de paso, no le hubieran servido ni para mandarle una disculpa a Alejandro Fernández escrita con letra muy bonita de que no le iba a pagar los millones que le debía. Emocionalmente, ¿qué tan fuerte fue para ti el proceso? Mucho. Cuando me llegó la demanda de mano de cuatro trajeaditos yo me encontraba en una situación personal muy fuerte, pues mi marido había sido operado del corazón. Llegaron a mi casa justo cuando me iba al hospital. Lo más triste es que Luis Miguel y su gente sabían lo que yo estaba viviendo, y por eso apostaron a que yo iba a salir corriendo a ofrecer disculpas, a decir: “¡Pido paz!”. Lo que ellos no supieron es que eso me hizo responder a su demanda como lo hice y defenderme como lo hice no nada más en un juicio, sino en muchas cosas que hicieron en el camino, de muchas cosas que viví y que no tenían explicación.
“SERÍA UNA ESTUPIDEZ QUE VUELVA A DEMANDARME” ¿Recibiste amenazas de muerte? No, pero la intimidación es algo muy fuerte. Durante todo el juicio penal mandaron dos patrullas permanentemente afuera de mi casa. Yo tengo hijos de la edad de Luis Miguel, entonces era difícil ver que cuando tu mamá sale, unos tipos van atrás de ti para intimidarte. Y dejen eso, los de la colonia apostaban a que me llevaban todos los días. O sea, yo era el personaje de la telenovela de la colonia y eso es muy vergonzoso. ¿Temes una nueva demanda de Luis Miguel? Él nunca ha ganado un juicio, ¡tooodos los ha perdido! Sería entonces una estupidez de su parte que, si ya le gané un juicio, lo intente con una historia que ya está juzgada. Además, tiene pésimos abogados, por cierto. Primero tendría que pagar buenos abogados o yo le doy un cursito porque, después de esto que viví, no saben todo lo que aprendí de leyes y me he vuelto mañosa (risas). ¿Tú demandarás tras la alusión en la serie? ¡Ay, no! Para empezar, que se manifieste Cynthia Casas, porque esa no soy yo. Perdón que lo diga, pero ni físicamente ni por edad, ni todas esas cosas que pusieron que yo hice: que me le colgué a Luis Miguel, que lo traicioné yendo a entrevistar a su papá... ¡Por favor! Claro, se permiten muchas cosas porque se trata de una serie en la que hay que dramatizar, pero les puedo asegurar que ni los escritores ni Luis Miguel se sentaron a analizar a quién se llevaba de encuentro, como ocurrió con Cynthia Casas. ¿Crees que él se vengó de ti al presentarte de esa manera? Estoy casi segura. A Stephanie (Salas) la puso como piruja, borracha y que le endilgó una hija; ahí, la verdad, sí me ganó el coraje. A mí no me importa que me ponga de esa manera, porque no soy yo ni me reconozco. “NO CALLO POR ÉL, SINO POR QUIEN MERECE MI RESPETO” ¿Hay cosas que sepas de él y que aún no se saben ni por tu libro ni por la serie? Sí. ¿Más fuertes? Sí, muchas cosas. La vida de Luis Miguel no nada más es eso que vimos en la serie; hay cosas muy fuertes. En la primera edición de mi libro resumí la esencia de Luis Miguel porque contacté con la gente clave, como Pepe Rosino, uno de sus músicos, quien atestiguó cuando Luis Rey lo jala para tener su primera relación sexual con una prostituta, y Rosy Esquivel. De hecho, cuando publiqué el libro, mi hijo Francisco me dijo: “¡Qué fresa!”. Le contesté: “Ahora te voy a platicar tres cositas, a ver si te gusta que tu mamá las escriba”. Se las conté y no le gustó. ¿Y cuáles son esas tres cositas? ¡No, no las diría ni por dinero! Son cosas que se quedan ahí, pero para que Luis Miguel las hable...Por eso ya quiero que salga la segunda temporada para decirle: “A ver, di la verdad”, porque es su rollo, es su vida. Me encantaría que las dijera, pero no creo que se vaya a reventar todas.