El MAGO FRANK revela cómo se inició en el ilusionismo y el nacimiento de su inseparable Conejo Blas
TEXTO: LILIANA LEJARAZU • FOTOGRAFÍAS: RUBÉN ESPINOSA, CORTESÍA MAGO FRANK
Pocos famosos pue- den presumir una trayectoria de medio siglo, como es el caso de Francisco Suárez, mejor conocido como el Mago Frank. Comenzó su carrera siendo niño gracias a que un terapeuta le sugirió a sus papás buscarle una actividad que le ayudara a ser sociable, ya que le costaba mucho trabajo relacionarse. Así, dice el artista, su vida ha estado colmada de “diosidencias”, en las que por supuesto entra su compañero de trabajo, el Conejo Blas, quien un día, hace más de cuatro décadas, apareció como por arte de magia en la habitación de un hotel donde se hospedaba. Desde entonces, la dupla jamás se ha separado y ha hecho sonreír a un sinnúmero de personas, quienes a través de esta entrevista podrán conocer la historia del Conejo Blas y su Mago Frank o, bueno, del Mago Frank y su Conejo Blas.
“APRENDÍ A HACER MAGIA CON LOS LIBROS”
¿Cómo nació tu gusto por la magia? Casualmente, porque en mi vida personal soy bastante tímido y de niño fui igual, me costaba trabajo relacionarme con otros niños; a la hora del recreo era muy solitario, incluso me llevaron con un terapeuta del lenguaje como a los 10 años por lo mismo, y dijo: “El niño está bien. Que aprenda a tocar un instrumento o haga algo para que la gente se acerque a él”, y resulta que se me atravesó un mago en la fiesta de mi hermana y me fascinó la magia, me aprendí mi primer truco, lo hice en el recreo cuando estaba en quinto de primaria, los niños se sorprendieron, y continúe con la magia en la secundaria, la prepa...
¿Cuándo comenzaste a cobrar por tus shows?
Tenía 12 años cuando me preguntaron por primera vez: “¿Cuánto me cobra?”. Le contesté a la señora: “No sé. Mañana le digo”. Le pedí a mi papá que me llevara a un acuario y pregunté el precio de una pecera equipada; costaba 30 pesos, y le dije a la señora: “Le cobro 30 pesos”, di el show, me pagó y me fui corriendo al acuario a comprar la pe- cera que a la fecha conservo.
¿Tus papás te apoyaron para seguir la carrera de mago? Sí y no. Les gustaba, pero cuando bajaba calificaciones me decían: “M’ijito, las magias se quedan guardadas”.
¿Cómo aprendiste a hacer magia?
Con los libros, luego empecé a conocer a otros magos, al mago Mandrake, al mago Dino, al mago Chen Kai, al mago Krotani... Ellos eran mayores y aprendí de ellos, a todos les cargué la maleta, y la verdad, de repente descuidaba la escuela y era cuando me castigaban mis magias.
“EL CONEJO BLAS ES UN REGALO DE DIOS”
¿En qué momento nace el Conejo Blas?
Los niños lloraban cuando yo sacaba mis muñecos de ventrílocuo por- que estaban muy rojos, se les movían las cejas y se les desencajaba la boca al hablar. Por ese tiempo conocí a los Muppets y vi a la rana René y decía: “Si ese fuera un muñeco para ventrílocuo...”. Entonces me di a la tarea de conseguir un muñeco tipo Muppet y encontré a Blas en un tienda de un congreso de magos en Houston, pero había muchos muñecos: gansos, mapaches, avestruces... de todo.
¿Por qué elegiste el conejo?
Porque están muy relacionados con los magos. Nosotros siempre aparecemos palomas y conejos, entonces fue el que me llamó la atención. Cuando pedí que me lo enseñaran, me enamoré de él, platiqué con él, y mi virtud fue que lo enseñé a hablar español porque él era de Houston (risas). Se llamaba Jack Rabbit, y me acuerdo que en ese ratito que lo tuve, como estábamos en el congreso de magos y había cientos de colegas, empecé a cantar con el conejo Cielito lindo, todos aplaudieron, pero al final tuve que dejarlo porque costaba mucho dinero.
¿Cuánto costaba?
Setenta y seis dólares, y eso era muy caro; yo desayunaba con un dólar en ese tiempo, que fue hace 42 años. Imaginen que ahora un desayuno cuesta 15 dólares, multiplicado por 76, pues era mucho dinero, así que no lo compré y me fui.
Entonces, ¿cómo llegó a ti el Conejo Blas? En la noche llegué a mi habitación y había una maleta que no era mía; pensé que no era mi cuarto, pero sí era. Abrí la maleta y ahí estaba el conejo, para mí. El Conejo Blas es un regalo de Dios porque nunca supe quién me lo regaló; seguro fue alguien que estuvo en el congreso. Yo regresé al día siguiente a preguntar a la tienda quién lo había comprado, pero no supieron decirme quién había sido.
Fue un gran debut del Conejo Blas...
Sí, todo eso fue casual y de ahí me dijeron: “Mañana empiezas un programa de televisión: Wonderlandia”, que pasaba entre Chabelo y Burbujas. Todo el mundo lo veía y a mí me empezaron a llamar “El mago del conejo”. Después tuvimos otro programa en el que yo ya era el titular: Vamos a jugar jugando. Lo que sucedió ahí es que yo iba de invitado de Oskar “El Espectáculo”, porque él era el conductor, pero resulta que no llegó y me dijeron: “¿Puedes conducir el programa?”, y al final me dijeron que me quedara con él, pero yo no podía aceptar porque era de mi amigo. Ya en la noche me habló Oskar y me dijo que me lo quedara, que él trabajaba para adultos y a mí me iba muy bien el programa porque era para niños. Esa fue otra bendición.
“CUANDO EMPECÉ CON CHABELO TENÍA 18 AÑOS”
También fue inolvidable cuando salías con Chabelo...
Cuando empecé con él yo tenía 18 años y él ya tenía 20 con el programa, yo nací viendo a Chabelo y nunca pensé que lo iba a conocer. Estuve en su programa 10 años, todos los ochenta, y es de las mejores cosas que han pasado en mi carrera. Fue realmente donde la gente se aprendió mi nombre porque él decía: “Vamos con el Mago Frank y los cuates de provincia”.
Sí, todos quieren una foto con el Conejo Blas y tienen recuerdos con él. Por ejemplo, apenas vi a Paul Stanley y se acordó que Blas y yo estuvimos en su fiesta de cuatro o cinco años porque nos llevó su papá, Paco Stanley. Es muy común que los artistas me digan que estuve en su fiesta hace 30 o 40 años, y son cosas padrísimas.
¿Les gustaría tener un programa?
Sí, yo sigo picando piedra, mando currículums a todos los programas. Ahorita nos tienen mucho de ador- no y sí hay propuestas, pero nada se concreta. Estoy trabajando mucho en provincia, haciendo una gira llama- da El Conejo Blas y su Mago Frank, 50 años apareciendo sonrisas, y estamos haciendo una temporada en el Teatro Wilberto Cantón, donde vamos a es- tar todos los domingos de mayo y junio. Es un show muy divertido de humor blanco y familiar.
“A MIS HIJOS LES HICE MAGIA HASTA QUE CUMPLIERON CINCO AÑOS”
En lo personal, ¿estás casado, tienes hijos?
Sí, estoy festejando 33 años de casado. Mi esposa se llama Mariana Olmos, tengo dos hijos: Enrique y Miguel Ángel, de 30 y 28 años, respectiva- mente. Enrique es actor, sale conmigo en la obra de Gasapo, y aparte hace sus cosas, y Miguel Ángel es arquitecto y me acaba de hacer abuelo; tuvo una niña, Haru, que nació el 21 de marzo en Corea porque ellos viven allá.
Todavía no. Si Dios quiere, en agosto voy a ir porque la van a bautizar allá, así aprovecho y le llevo su Conejito Blas.
¿A tus hijos les hacías magia?
Hasta los cinco años, porque me pasó algo curioso: cuando conocí al mago Chen Kai, que para mí es el mejor que México ha tenido, fue porque me buscó para estar en la fiesta de su hija Verónica. Yo tenía 15 años, pero él me contactó porque le decían en los salones de fiesta que el Mago Frank era muy bueno y se sorprendió al verme tan jovencito. Cuando llegué a su casa le preguntó a su hija a quién quería en su fiesta y ella contestó: “A ti no, papá”, porque ya lo había visto en todas las fiestas familiares, y eso se me quedó mucho. Así que desde que me casé le dije a mi esposa: “Mis hijos no me van a ver hacer magia nunca, hasta que cumplan cinco años, porque si no, no la van a disfrutar y van a decir que ya no me quieren ver. Así que me guardé para ellos y esperé esas fiestas con mucho amor.
Te interesa: ¿Cómo hacer una mesa de dulces de unicornio?