Luego de estar en la antesala de la muerte, MEMO DEL BOSQUE detalla cómo increíblemente la libró
TEXTO: GABRIELA DE LOS SANTOS • FOTOGRAFÍAS: JOSÉ LUIS RAMOS, IG MEMO DEL BOSQUE Y VICA ANDRADE
El pasado 12 de diciembre, Memo del Bosque estaba en terapia intensiva debatiéndose entre la vida y la muerte debido a cáncer linfático. Permaneció internado 33 días, durante los cuales vio a sus tres hijos, Luca, Luna y Coral, sólo un par de veces; no los podía disfrutar debido a su estado.
Incluso, no se percató de su visita en una ocasión, pues estaba inconsciente, pero ellos siempre estuvieron ahí, motivándolo con el corazón. De los 23 tumores que le detectaron en el 2017, primero disminuyeron a tres, luego aumentaron a cinco, 10, 15... hasta volver a ser veintitantos. Cansado de las primeras 12 quimioterapias, decidió darse un res- piro, pero el mal seguía creciendo en su cuerpo, por lo que volvió a un tratamiento más agresivo de la mano de un trasplante de médula realizado justo en diciembre del año pasado.
La situación se puso grave, al grado de que los doctores prepararon a su familia para lo peor. Él, Vica Andrade, su esposa, y sus hijos nunca perdieron la fe. Eso, sumado al trabajo del equipo de doctoras que lo atendieron, “hicieron que la librara”, aseguró. Hoy, Memo disfruta de una nueva oportunidad de vida, le hace de desayunar a sus hijos y los lleva a la escuela; recuperó el sentido del gusto, ve todo como si fuera la primera vez y está listo para disfrutar de una nueva luna de miel con su compañera de batallas. La vida hizo el milagro, y así nos lo cuenta el productor en entrevista luego de asistir como invitado al programa Miembros al aire.
“ESTOY FELIZ DE TENER UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE VIDA”
¿Cómo te sentiste al volver a los foros?
Estoy feliz de estar vivo y tener una segunda oportunidad de vida. Estar rodeado de amigos siempre me hace sentir muy contento, y qué maravilloso que sea una entrevista que sirva para alguien y se convierta en una motivación de fe y lucha. Fue muy padre estar aquí.
Ocurrió el milagro que pediste...
Cuando tantas personas hacen oración sobre un objetivo, mueves energía, fe y, en mi caso, Dios volteó e hizo el milagro. Estoy agradecido con él y con tanta gente que me motivó con sus mensajes. Todo sumó.
¿Cómo fueron esos 33 días internado en el hospital?
Fue una situación muy complicada, era algo que no se esperaba que pasara. Estuve una semana en terapia intensiva debido a una bacteria y a un problema con el intestino. No me lo decían, pero sé que le dijeron a Vica: “A orar y no te muevas de aquí, porque no sabemos si pase la noche”. Eso fue el 12 de diciembre.
¿Pensabas en tus hijos?
Los años que he estado con esta enfermedad los he tenido presentes en todo momento. Están chiquitos y no es justo que de pronto yo ya no esté, por eso tenía que seguir luchando, por ellos. Repetía: “Dios, si me vas a hacer un milagro en mi vida, ¡dame una segunda oportunidad!”. Todo fue muy pesado... En el fondo te fracturas psicológica y físicamente.
“VICA HIZO UNA LABOR DE AMOR, PERO MUY PESADA”
¿Qué pasaba en esas noches de soledad y terapia intensiva?
Hay momentos en que lloras, te pones a orar, piensas y pides por la gente que quieres. Le hablaba a Dios tratando de que me escuchara. La noche del 24 de diciembre miré por la ventana, y al ver las luces de la ciudad pensé que ahí estaban festejando con una cena llena de amor... Sabía que a mí me tocaría en otro momento. Tenía que motivarme, tener paciencia y tolerancia.
¿En qué momento se complicó todo?
Yo iba por 25 días; al complicarse todo nos extendimos a 33. Entró una bacteria, y con todos sus efectos, al sacarme y meter sangre, me fui, me desmayé. A eso le sumamos las “quimios”, ocho seguidas cada 12 horas en cuatro días. Es aguantar molestias, dolores y efectos muy fuertes.
¿Cómo lo vivió Vica?
Fue bien complicado para ella porque le entró el miedo: “¡¿Qué voy a hacer sola?!”. Oraba, pero con temor de lo que pasara, y a la vez tenía que atender a todos. Hizo una labor de amor, pero muy pesada; organizaba donadores de sangre y a la vez dormía ahí para cuidarme en las noches, o con los niños para llevarlos a la escuela. Se tuvo que multiplicar con sufrimiento e incertidumbre. La familia sufre, se quiebra, fractura, porque a todos les afecta.
¿Qué pasó con tus pequeños?
Llegaban a la escuela tristes, le decían a las maestras que estaba enfermo y se desahogaban. Una persona que trabaja conmigo me contó que a Coquito, la más pequeña, de nueve años, no la dejaban entrar una vez al hospital y decía: “¡No es justo! También es mi papá, yo soy su hija”. Cada uno de ellos la sufrió y vivió.
“VIVO EL PRESENTE CON SUMA GRATITUD”
¿Cómo fue volver al hogar?
Me fui a casa todavía conectado, con enfermera, no completamente libre de mis brazos, pero ya el hecho de irte a tu casa y poder dormir de lado, comer lo que quieres y volver a ver a mis hijos fue una maravilla. Cuando ya me desconectaron por completo y recuperé el sentido del gusto, lo disfruté al máximo.
¿Cómo vives esta nueva oportunidad?
Te cambia el chip por completo, es un antes y un después, un renacer. Ya me habían dicho que después de estar en la antesala de la gravedad o posible muerte, no puedes volver a ver la vida igual. Te sensibiliza más, te hace crear conciencia. Hoy vivo como en esa etapa de inocencia cuando los niños ven y prueban todo por primera vez.
¿Qué tanto cambió la dinámica en tu vida?
Tengo ganas de hacer muchas cosas, estar más tiempo con mis hijos; debo hacer un balance entre el trabajo y la vida familiar. Les hago de desayunar cuando van a la escuela, los llevo y recojo, cada que puedo estoy ahí. Sólo de esa manera no vives del pasado, porque te deprime, ni tampoco con la ansiedad del futuro. Vivo el presente, el hoy y con suma gratitud.
¿Siguen más estudios médicos?
Tengo que cuidarme, no estoy completamente fuera. Estoy limpio, pero tengo que hacer otro PET (Tomografía por Emisión de Positrones) en seis meses y estudios de sangre cada tres semanas; entiendo que pusieron una médula nueva, por lo que tenemos que ver resultados de este cambio y si todo funcionó, para que no vuelva como estaba en el pasado.
“OJALÁ ESTA FELICIDAD SEA POR MUCHOS AÑOS”
¿Qué te han dicho los doctores?
Con ellos estoy más que agradecido. Fueron casi puras mujeres jóvenes, como seis doc- toras que estuvieron al pendiente de mí. Adriana Espinoza, mi oncóloga, lideró un grupo de doctoras. La infectóloga Irma Hoyos peleó con la bacteria... Entre ellas se tenían que poner de acuerdo, trabajaron en equipo, lograron sacarme y aquí estoy.
¿Cómo le diste la buena noticia a la familia?
El día que nos dijeron que estaba limpio estaba con Vica y se nos salieron las lágrimas; frente a la doctora nos dimos un abrazo, un beso y seguimos festejando. Lloramos, llegué a la casa, junté a los niños y brincamos de felicidad porque “papi ya no tiene nada”. Te relajas, duermes profundamente.
¿Listos para festejar con algún viaje?
Como no hubo verano ni Navidad ni Año Nuevo para mis hijos, porque yo estaba muy mal, en Semana Santa arrancaremos para Tamaulipas, y en el verano a alguna playa, porque nos encanta. También le debo a Vica un viaje; siempre cargamos con los hijos a todos lados. El otro día le decía: “Ya están grandecitos. A lo mejor dejarlos con las tías e irnos tú y yo 15 días sería maravilloso”. Tenemos muchos planes en familia y en pareja. Hay que ir poco a poco.
¿Qué te gustaría decirle a Vica?
Que la amo. Gracias por todo el esfuerzo, la oración y el apoyo que me dio; por cada lágrima que tuvo, ahora hay una sonrisa enorme que podemos tener juntos. Ojalá esta felicidad sea por muchos años. Que Dios me dé la oportunidad de que sean otros 40.
¿Hay algo que quieras agregar?
Sí, me gustaría decirle a las personas que busquen ser felices cada día en familia, con su pareja, con sus hijos, que tengan esa búsqueda constante del día a día para no vivir del pasado. Aquellos que pasan por una enfermedad, tengan fe, no hay que perderla. Oren, porque Dios escucha y hace milagros.
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