ROCÍO SÁNCHEZ AZUARA estrena el programa LA TERCERA EN DISCORDIA, mientras espera la intervención quirúrgica de Daniela
Texto: Nayb Canaán Fotos: Jaime Nogales, Javier Arellano, Cortesía
La vida le vuelve a sonreír a Rocío Sánchez Azuara luego de momentos muy duros que ha enfrentado en tres años. Decepciones laborales y graves problemas de salud en su familia formaron parte de una etapa que le dio las más grandes lecciones a esta conductora que regresó a la televisión con el programa La tercera en discordia, que se estrenó el lunes por la señal de Unicable. Agradecida y feliz en su nueva casa, contando ahora con el respaldo de Televisa, la reina de los talk shows en México brindará un espacio en el que la gente podrá hablar de sus problemas, tratando de buscar la mejor solución. La cita será de lunes a viernes a las 6:30 de la tarde. “YO NUNCA HE TENIDO UN PRECIO” Un nuevo programa, un nuevo canal... Ha sido una etapa de grandes cambios para ti... Sí, y he estado expectante, mas no ansiosa. Quería ya comenzar y ver los resultados; soy una persona que está acostumbrada a trabajar en vivo y ver todos los días los ratings, porque ese es un parámetro de resultados que le vas dando a la empresa que, por cierto, me ha recibido tan bien, con tanto cariño, con tanto apoyo, desde la recepcionista hasta el oficial de seguridad, todo el mundo... Y yo lo que quiero es que se sientan orgullosos y digan: “Ay, pero qué fregón que vino, que está con nosotros”. ¿Esperabas ese recibimiento? La verdad, no. Yo pensé que me iban a apuñalar por la espalda, pero no. La gente es muy profesional, como muy sonriente. Yo siento que la gente es feliz en Televisa... Además, veo que son personas agradecidas con la oportunidad de estar aquí, y eso me parece maravilloso. ¡No pensé encontrarme este ambiente de trabajo! Dijiste que por lealtad a la otra televisora en la que trabajabas no habías aceptado ofertas anteriores en Televisa, pero al final no valió la pena porque igual te sacaron del aire, ¿te arrepientes del tiempo perdido? Los tiempos de Dios son perfectos, y yo nunca voy en contra de eso, ni de mis principios ni mis valores. Dicen que todos tenemos un precio, pero yo nunca lo he tenido. Sí he tenido una gran lealtad, y siempre me enseñaron en mi casa a agradecer, por eso la mejor forma de hacerlo para mí es siendo transparente, honesta. No me arrepiento de no haber aceptado en su momento los ofrecimientos anteriores porque yo tenía un compromiso con otra empresa, uno del que dependían muchas personas, pero que además yo sabía que debía cumplir porque si no sería fallarme a mí misma. O sea, cuando digo ser leal, es ser leal contigo mismo. Es como la infidelidad entre parejas, llega un momento en que uno como mujer le perdona tanto al marido, o viceversa, pero hay una gota que derrama el vaso, se rompe todo. Por eso tuve un cierre de ciclo perfecto, que se dio no ocasionado por mí ni por el programa que estaba presentando, porque le iba excelente, con las ventas más altas... “LA GENTE QUE ME RODEA CONOCE MI TRABAJO” ¿Eso no te creó cierto resentimiento? No. Creo que el cierre se dio en el momento en el que se tenía que dar. Estaba vendido todo 2016; me dolió que muchos clientes se quedaran a la expectativa y preguntándome qué estaba pasando. Yo no les podía responder porque ni yo misma lo sabía. Eso me mortificó mucho porque son personas, empresas que han confiado sus productos en mí, y yo no soy una anunciante de productos, yo me caso con la empresa. Y me comprometo con ellos de la misma forma en la que lo hago con mi trabajo. Es difícil eso de vender una cosa y ser periodista al mismo tiempo, por eso trato de equilibrar. Siento que las decisiones se toman, y no sé si hicieron bien, pues como empresa no creo que les haya convenido mucho. Lo que sé es que cuando el ciclo se cerró decidí ya no más, ¡se acabó!, siempre esperando que llegara otra oportunidad. No sabía dónde ni cuándo, pero sí tenía claro que no iba a regresar ahí. ¿Cómo hacer que en pleno 2019 este tipo de espacios, que a veces son tan cuestionados, resulten creíbles para la audiencia? A las pruebas me remito, y sólo le digo a la gente que venga. Aquí, producción es quien se encarga de traer los casos, yo los desarrollo en el foro. Así que no tengo mucha injerencia en quién viene y quién no. Las personas vienen a contar sus casos, sus historias, y hay un equipo que se encarga de desmenuzar y hacer una selección. Mi trabajo aquí siempre va a ser el mejor. ¿Te ha tocado también mediar entre tu familia y amigos a la hora de un problema? Sí, siempre, pero son muy cuidadosos en ese sentido. La gente que me rodea conoce mi trabajo, el desgaste cerebral y emocional que conlleva todo esto. Hay muchos casos que me llevo a la casa, pero trato de separarlos porque mi familia también merece tiempo, al igual que mis amistades. “DANIELA ESTÁ FELIZ PORQUE LE VAN A INYECTAR VIDA” Como mujer también enfrentas tus propias batallas, ¿cómo te alistas para el próximo trasplante de riñón de tu hija? Es difícil, pero peor sería si no lo hicieran. Esa es su única salvación, es la única opción que tenemos y lo estamos esperando como agua de mayo... Esperando ansiosos que el resultado sea superpositivo porque nos estamos preparando desde hace mucho tiempo para esto. Daniela está feliz porque sabe que le van a inyectar vida, porque va a vivir muchos años más, y desde ahorita está haciendo ejercicios, se está entrenando. Es padrísimo porque yo la veo todos los días amando la vida, y eso fue lo que le enseñé a mis hijos, a amar la vida como venga, a agradecer. Sin embargo, no puedes negar que ante estas situaciones una madre siente algo de miedo... ¡No, yo no tengo miedo! Tengo fe, esperanza... Les hablo de que el año pasado mi hija se enfrentó cinco veces a la muerte, o sea, cinco veces a mi hija no me la daban, no me la regresaban. Estuvo en terapia intensiva, entubada. Hace unas semanas, el médico de nutrición la felicitó porque es un milagro que esté viva. Mi hija murió tres minutos y 58 segundos en julio del año pasado, le dio un infarto y se desplomó en la sala de emergencias. Entonces, ¡díganme si Dios no existe! Por eso no me siento triste con el trasplante de Daniela; al contrario, me siento feliz y bendecida. Obviamente esperanzada en que va a salir bien. ¿Te ha tocado ser la tercera en discordia? ¡Ay, sí! (risas). ¡Muchas veces! Un día me voy a sentar en estos sillones y que Alexis (Núñez) conduzca. LA HISTORIA DE DANIELA A los 12 años, a la hija de Rocío Sánchez Azuara se le diagnosticó lupus, una afección del sistema inmunológico que ataca sus propios tejidos. Son muchos años los que la joven ha luchado contra esta afección, enfrentando una fuerte y admirable batalla que le ha costado sus dos riñones, llevándola, incluso, al borde de la muerte tras sufrir un infarto en julio de 2018. Con 30 años de edad, Daniela ha padecido de hemorragias bucales y nasales, además de la insuficiencia renal que pronto llegará a su fin con el trasplante que le brindará una mejor calidad de vida.