ROSITA PELAYO enfrenta en cama una enfermedad que le impide valerse por sí misma; tras una operación, su estado tristemente empeora
TEXTO: LILIANA LEJARAZU • FOTOGRAFÍAS: JAIME NOGALES, ARCHIVO, WEB
Desde hace más de 20 años, Rosita Pelayo padece artritis reumatoide, enfermedad que le provocó lesiones en las vértebras. Éstas, a su vez, le desencadenaron una parestesia (sensación de cosquilleo en la piel) en miembros inferiores y superiores, dejándola imposibilitada desde hace un año para valerse por sí misma. Con el corazón en la mano, la actriz con casi cuatro décadas de trayectoria habló en exclusiva para TVyNovelas sobre el difícil momento que vive, en el que no hay día que no grite de los dolores que siente, pese a la operación que le practicaron en la zona lumbar de la columna vertebral el pasado 7 de enero. Además del sufrimiento físico, su estado de ánimo se ha venido abajo porque ha dejado de hacer lo que más ama: actuar, y ha llegado a pensar que sería mejor dejar de vivir.
“SIENTO MÁS DOLOR AHORA QUE ME OPERARON QUE ANTES”
¿Cómo estás? Sigo con muchos dolores. Se supone que la operación está bien, aunque qué me va a decir el doctor, que su operación está perfecta, pero yo siento más dolor.
¿Qué es lo que te duele?
Los pies, las piernas, las manos, los brazos... Siento un entumecimiento muy fuerte en los pies, lo que es la parestesia; esa no ha desaparecido para nada. Incluso siento más dolor ahora que me operaron que antes; tenía dolor con el que gritaba igual que grito ahorita. No sé qué va a pasar ni qué hacer, pero ten- go que seguir para delante.
Tenías pendiente otra operación... Sí, pero ¿cómo me opero con los dolores tan fuertes de mis piernas, de mis manos y mis brazos? Mi lógica de pensar, a la hora que me duele y cómo me duele todo el día, es que no se me antoja operarme lo demás porque me da miedo. Se supone que yo tengo una parestesia de mis manos y mis brazos porque no me he operado esas vértebras, pero la ver- dad es que no tengo confianza en hacerlo. De repente siento piquetes donde antes no los sentía.
¿Puedes caminar?
Casi no, porque con la parestesia se entumecen los pies, no puedes mover los dedos, igual las manos, los brazos... Es muy complicado esto; yo pensé que iba a estar mejor y que en dos se- manas después de la operación iba a sentir mejoría, pero no. Al cuarto día que estaba en mi casa empecé a sentir dolores peores, más fuerte la parestesia. No es por echarle al doctor, pero él mismo no me dice si voy a estar mejor o no.
“EL DOCTOR ME MANDÓA LA CLÍNICA DEL DOLOR”
¿Has visto al doctor recientemente?
Lo vi una vez, pero realmente no es alentador lo que dice.
¿Qué te dijo?
No quiero ni recordarlo, pero él tampoco tiene la seguridad de que me vaya a componer; es más, me mandó a la clínica del dolor, entonces, no sé qué va a pasar. Estoy muy triste y angustiada porque, además, no tengo mucho dinero. No sé cuánto tiempo pueda aguantar.
¿Cómo le haces para sufragar tus gastos? Hay amigos que adoro que me han mandado dinero, me depositan, otros me mandan comida, frutas, verduras...
¿Hay amigos del medio que te están apoyando? Claro, pero no quiero mencionarlos porque es mucha gente y no hay necesidad de decir quién es el héroe. Ellos saben quiénes son y el agradecimiento profundo que tengo con ellos. Quisiera componerme para darles más yo a ellos, más cariño.
¿Quién te ayuda en estos momentos?
Tengo una persona trabajando conmigo, ya tenemos 33 años juntas y es la que me ayuda a todo. Ella es mis pies, mis manos... ¡es todo ella!
“ESTA YA NO ES VIDA PARA MÍ”
¿Te ayuda a comer?
Sí, me da de comer en la boca porque yo no puedo sola. Ni modo, tengo que seguir aguantando vara porque no hay manera de decir “aquí me rajo, cierro la tienda ¡y adiós!”. Aunque a veces llego a pensar en que sería mejor no estar, porque para mí ésta ya no es vida; yo vivo arriba de mi cama, me tienen que ayudar a bajar de ella y sufro mucho. Me llevan en una silla hasta el baño, me levantan y me regresan a la cama, y es todo lo que hago realmente de movimiento. El doctor no me pidió hacer alguna terapia ni nada; puedo mover mis piernas y brazos, pero a veces vienen unos dolores fuertísimos y no puedo caminar porque no tengo estabilidad. Me duele mucho pensar en no regresar a mi trabajo, no sé qué va a pasar.
¿Has pensado en consultar a otro doctor? No tengo dinero. Consulto a un doctor de la ANDA, y no es que sea malo; es más, él operó a mi tía antes que a mí y ella está muy bien. Claro, ella tenía otros problemas, pero ya anda de arriba para abajo; a los ocho días de que la operó llegó caminando al consultorio, entonces no puedo criticar al doctor.
¿Tomas medicamento para los dolores? Me ponen un parche en el pecho que sirve para dolores muy fuertes, pero ni así. También tomo pastillas, pero no me ayudan mucho. Hay momentos en que quiero perder la fe y que Dios me llevara, pero luego vuelvo a tener fe y pongo mi fuerza para salir adelante. Lo que más me ha dolido es que no veo a nadie, todos mis amigos están ocupados, trabajando y yo aquí encerrada en mi cuarto. Lo único que hago es tratar de concentrarme para mejorar mi cuerpo; a veces trato también de hacer ejercicios mentales para que mi cuerpo me obedezca y pueda componerme, y luego le pido a Dios que me ayude. Es muy difícil lo que estoy viviendo; pienso por qué a mí me pasó esto tan feo.
¿Hace cuánto se te presentó la parestesia? Como tres o cuatro años; empezó en un pedacito de mis pies y poco a poco fue aumentando. Luego pasó un poco a las manos, pero todavía seguía trabajando en el teatro. Un día le tuve que hablar a Sergio Gabriel cuando estaba en Made in Mexico, y le dije: “No puedo caminar. Si no encuentras a nadie, voy con el bastón para salvar las funciones”. Afortunadamente se consiguió a alguien. Desde entonces tengo un año; todo el año pasado ya no trabajé, eso también me tiene muy caída. Me dicen: “Tienes que preocuparte más por ti y lo demás que ruede”. Pues sí, pero el trabajo era mi manera de respirar, de vivir y ser feliz.