La carrera de Polo Morín es, comenta, “como una montaña rusa, tanto económica, como emocional”, y él ha aprendido a sortearla con buenos proyectos que, confiesa, por ser rubio y de ojos claros, hoy paga una cuota, los platos rotos de la nueva inclusión de actores de tipo más mexicano.
Actualmente, participa en la comedia teatral Toc toc, interpretando a Otto, joven con trastorno obsesivo compulsivo por no poder pisar las rayas del suelo.
“Ya la había visto. Pasaba una depresión muy fuerte por una relación sentimental, me hizo reír muchísimo y la dejé guardada en mi cabeza. Luego participé en un reality para HBO Max llamado Celebrity Bake Off, conducido por Angélica Vale, y ella fue quien me estuvo dice y dice: ‘Polo, haz teatro; te conviene, de verdad. Vas a crecer mucho como actor’... Ella me metió el gusanito”.
Pero ya habías hecho teatro, ¿cierto? Sí, pero solamente con Alejandro Gou, una obra de la telenovela Mi corazón es tuyo e hicimos una gira. Justo cuando regresé del reality le dije a mi mánager: “Ya quiero hacer teatro, algo padre, algo que me guste, que me rete como actor, y además me motive para estar viniendo todas las semanas; que me comprometa a no tener fines de semana, que no pueda salir de antro, no pueda salir de viaje; debo tener las ganas suficientes de estar viniendo y ganar un sueldo de teatro que, no nos hagamos tontos: no es lo mismo que un sueldo de televisión y de series.
Pero lo que te da el escenario… Exacto, es otra cosa… El productor Morris Gilbert me habló: “Tengo este personaje; no te quiero faltar al respeto, tu trayectoria y tal, pero tenemos que hacerte audición”. Y yo, feliz. Siempre he hecho audición para todo lo que he hecho, y feliz. “Vamos, hagamos audición y si no me quedo tampoco pasa nada”. Y aquí estoy. Eso del “Si no me quedo”, lo viven ustedes todo el tiempo. Los famosos no. Todo el tiempo, pero aprendes a enfocarlo. Siempre que un chavito que desea estudiar actuación me pide un consejo, le digo: “Que sepas a lo que vas… La gente te ve en sus casas cuando ya entraste al proyecto, y no saben la cantidad de audiciones que hubo, la cantidad de veces que te dijeron ‘No’. Lo que la gente ve en su casa es la cerecita encima del pastel, y no ven todo lo que hay detrás”.
Este tema de Poder prieto ha empoderado a un sector que estaba relegado, pero veo que a los rubios también les pasa. ¿Te han rechazado por ser rubio? ¡Millones de veces! Ocurre mucho. Quiero pensar que me está tocando pagar los platos para un beneficio futuro. Entiendo y apoyo la causa de Poder prieto, y creo que así como he gozado durante muchos años de privilegios por ser rubio en México, y que está mal porque no debería de ser, ahorita me está tocando pagar los no privilegios, justo todo lo contrario.
“Sí se me han cerrado puertas, sobre todo en cine; ahorita es: “No queremos rubios, queremos perfil más mexicano”, ¡cuando yo soy cien por ciento mexicano! Mis padres son mexicanos, mis cuatro abuelos son mexicanos… o sea ¡soy más mexicano que el nopal! Pero bueno, consciente de que se busca la inclusión de otro tipo físico y toca que me excluyan a mí, pero por un bien final. En mi mundo ideal haría un casting y lo que vería sería la actuación, y daría igual si estoy alto, chaparro, gordo, flaco, güero, moreno... Pero para llegar ahí hay que cruzar un camino, y es el que estamos pasando ahorita”.
Tu carrera es una montaña rusa de emociones… Siempre. Incluso cuando crees y dices: “Ya la armé”, y luego la dejas de armar... Es un sube y baja tanto de emociones como de chamba. Y de repente tienes cinco proyectos al mismo tiempo, y después hay lapsos en los que no tienes nada en seis meses. Así es esta carrera, hay que buscar, hay que ser lo suficientemente maduro para tener estabilidad mental, económica, emocional y psicológica.
Eres bien administrado o muy gastador? Empecé a trabajar a los 14 años, y sí te vuelves loquito con tus primeros sueldos. Ahora no, soy el menos; soy muy administrado, casi siempre estoy pensando a futuro. Tengo inversiones, negocios… Traigo una racha de siete años de no parar de trabajar, pero sé que puede parar en cualquier momento; entonces procuro prever esas situaciones. No me gustaría llegar a ser de esos actores de 60 años que dicen: “En mi época dorada pude haberme comprado una casa”. No, cómpratela ahorita, ahorra y haz un negocio. Procuro sembrar mi estabilidad económica; me doy mis lujitos y gustos, como cualquier persona, pero tampoco soy despilfarrador.
Y ¿reventado? Lo fui cuando joven; tengo 32, y tuve la fortuna de hacer las cosas… No juzgo a la gente que sigue saliendo toda su vida, pero tuve mis épocas muy marcadas. Cuando era estudiante de prepa y carrera me enfiestaba mucho; ahorita ya lo hago muy cada tanto… De repente me da la loquera, me dan ganas y digo: “Sí”. Si me dan ganas salgo, tampoco es que crea que sea algo tabú ni prohibido.
La primera vez que te entrevisté me platicabas que tus papás no estaban tan convencidos de que fueras actor y te pidieron estudiar Economía. Y ahora veo que están aquí, contigo... Son mis fans número uno y me encanta, es algo que llevo en el corazón. Nos hemos vuelto amigos y es lindo sentirte apoyado por las personas que te educaron. Lo que les preocupaba es que nada más quisiera la locura del medio, y no. Llevó 11 años dedicándome a esto: ya me vieron hasta arriba y ya me vieron hasta abajo; saben que aquí le sigo talachando y que estoy muy contento.