“Soy cantante, productora, actriz y conductora. Mi nombre completo es Alejandra Margarita Ávalos Rodríguez, nací en la CDMX el 17 de octubre de 1965".
“Soy primera de dos hijos del matrimonio entre el arquitecto Carlos Mario Ávalos y la modelo y reina de belleza Ninfa Margarita Rodríguez; ella me contó que estuve a punto de morir durante el parto, dada su inexperiencia”.
“Desde los tres años estudié piano, ya que mi abuela me regaló uno; a los nueve seguí con guitarra, flauta, pandero… En 1970 nació mi único hermano; mientras él crecía, cursé cuatro años de gimnasia olímpica. Me inscribieron en un colegio de monjas y fui buena alumna, cumplidora y con buen promedio. Por el trabajo de mi papá, vivimos temporalmente en Campeche y Nuevo León”.
“Aunque peleábamos mucho, mi hermano y yo jugábamos todo el tiempo; me encantaban el avión, la matatena y saltar la cuerda. También aprendí a patinar, a andar en avalancha, patineta, bicicleta, nadar… A los 12 años decidí que el canto era lo mío, empecé a tomar clases, y a los 16 inicié mi carrera como extra en telenovelas”.
“Mi primer estelar fue en El padre gallo (1986), donde conocí a Fernando Ciangherotti, nos enamoramos y casamos. Estuvimos juntos cuatro años y medio; la relación terminó por sus adicciones (drogas y alcohol), que lo ponían en extremo celoso y agresivo, pero sobre todo porque él me fue infiel con Lourdes Munguía”.
“Salí dos años con Luis Miguel en plan de amigos, hasta que un día intentó seducirme; no accedí. Siempre lo vi como amigo; además, yo venía de un divorcio. Me dijo: ‘Sí no tenemos una relación, no nos volvemos a ver’, se enojó conmigo y me dejó de hablar. Luego me dedicó la canción Tengo todo excepto a ti”.
“En México conocí al empresario italiano Giovanni Benaglio; en 1996, luego de uno de relación, nos convertimos en padres de Valentina y decidimos casarnos. Por desgracia, mi profesión me alejó de casa y nos separamos tres años después, tiempo en el que sufrí un aborto en mi afán de tener otro hijo con él. 1999 fue un año difícil; también murió mi mamá”.
“Por asuntos de salud y uso de cortisona, el sobrepeso ha sido una pesadilla desde entonces, aunque nada comparada con la que viví al casarme con el publicista Alejandro Marcos. Me ilusionaba formar una familia, pero renuncié a eso al sufrir, mi hija y yo, violencia intrafamiliar. Luego del divorcio, debí buscar ayuda psicológica para salir adelante porque me dejó en bancarrota”.
“El 1 de marzo de 2016 sufrí otro duro golpe: la muerte de mi padre. Le agradeceré siempre el ejemplo dado para forjar mi criterio, aparte de darme techo, cuidados, vestido, sustento, educación, apoyo, consejos y amor”.
“Desde que mi hija Valentina cumplió cinco años vive temporalmente en Italia con su padre; estudió Ciencias de la Comunicación, carrera que yo no concluí, y es una gran pintora. Las experiencias buenas y malas que he tenido me han permitido aprender qué es lo que quiero, además de valorarme y quererme. Eso es el reflejo de lo que soy ahora”.