Han pasado 10 años desde que Dacia Arcaraz hizo una pausa en su carrera para dedicarse por completo a su hijo Gonzalo, a quien le diagnosticaron espectro autista con retardo generalizado del desarrollo, llevando a la actriz a tomar drásticas decisiones que le han costado sudor y muchas lágrimas.
En primer lugar, tuvo que renunciar a las telenovelas, luego vendió su casa y se mudó a Estados Unidos para buscar alternativas en la mejoría de esta condición que ocasiona discapacidades del desarrollo por diferencias en el cerebro. Hace un par de semanas estuvo en México para celebrar los 15 años de Gonzo, acompañados de personas que quieren al jovencito. Ahí nos detalló el viacrucis que ha enfrentado a lo largo de este tiempo buscando alternativas y tratamientos que permitan concederle una mejor calidad de vida.
“Por fortuna no es una paquigiria frontal; eso fue lo primero que le diagnosticaron cuando tenía dos años. Gracias a Dios no fue eso, porque es muy delicado; incluso, los niños no duran más de cierta edad. Cuando él tenía tres años tuvimos la oportunidad de ir a Cuba para que tomara un tratamiento y ahí le cambiaron el diagnóstico; por eso, al llegar de la isla, recurrimos a otro neurólogo. El retardo generalizado quiere decir que mi hijo tiene 15 años, pero para algunas cosas tiene tres, para otras cuatro. Su tope de edad de desarrollo mental es de seis años”, cuenta la artista a TVyNovelas. Dacia radica en Los Ángeles, California, donde le tocó construir un nuevo hogar.
“Nosotros estamos allá solitos, vivo con Gonzalo, mi marido, y nuestro hijo Gonzo. Ha sido un caminar bastante duro; el mundo azul de los niños especiales es difícil, hay que buscar terapias, alternativas, tratamientos. Desde muy chiquito, a mi hijo lo han medicado, siempre hubo que buscar el medicamento adecuado y que no le afectara; desgraciadamente, cuando los medican, a la larga viene a comprometerles su hígado, sus riñones, todo el sistema. Si yo hubiera sabido en ese momento lo que sé hoy, jamás lo hubiera medicado. Pero el hubiera no existe y hay que aceptar la realidad echándole ganas para que algún día podamos quitarle el medicamento y esté bien”.
Según la artista, el adolescente “no puede estar sin su medicamento, porque tiene reacciones de crisis explosivas; a veces son crisis agresivas, pero gracias al nuevo medicamento que le administran se controla mucho más, las crisis duran muy poco y lo podemos calmar más rápido”.
Su sueño es que el menor “pueda tener una mejor calidad de vida, que sea lo más independiente posible, porque el temor que tenemos todos los padres con un niño con discapacidad es qué va a ser de él cuando nosotros no estemos. Por eso luchamos día con día, tratamos de que Gonzo sea un niño más independiente”.
En este camino que transita, la intérprete está consciente de que cada caso es distinto. “Por esta razón, lo que te dan los médicos son alternativas de terapias, medicamentos… Mi hijo ha cambiado muchísimo, ha tenido un despertar muy interesante. Se da más cuenta de su entorno; antes sólo vivía en su mundo. Desgraciadamente, el autismo no es una enfermedad, es una condición y por eso no tiene cura”.
Los altos costos de los tratamientos llevaron a Dacia a emprender su propio negocio, lo que le ha permitido tener una holgura económica después de dejar la televisión.
“Hago cupcakes junto a mi marido; tenemos un restaurante al que le estamos surtiendo y estamos en pláticas con hoteles para empezar a surtir eventos sociales, pero ya a niveles más grandes. No tenemos un local todavía, y tuvimos que emprender porque yo en mis tiempos libres estudiaba repostería, tenía una pequeña pastelería en México que cerramos cuando nos fuimos. Mi esposo es abogado y tenía un centro de negocios que dejó, vendimos la casa, todo. Y cuando surgieron unos problemas de conducta de mi hijo, bastante difíciles, una vez se me fue encima, le pedí a mi marido que no me dejara sola. En ese momento fue cuando buscamos alternativas para vivir y se nos ocurrió hacer el negocio de los pastelitos; lo hicimos después de la pandemia, hace como dos años, y ha funcionado muy bien. Ahí vamos, saliendo adelante, poco a poco”.
La actriz, que ha participado en melodramas como Cadenas de amargura, Abrázame muy fuerte, Amarte es mi pecado y Mañana es para siempre, confiesa que fue complicado hacer una pausa en lo que es su gran pasión. “Ya le había dedicado 40 años a mi carrera y era hora de darle tiempo a mi hijo, pero yo sí quiero regresar porque amo la actuación. Nosotros nos fuimos en busca de una mejor vida, terapias, escuelas inclusivas, y extrañamos mucho México, nuestro trabajo, la familia, los amigos, la comida, pero ha valido la pena. Mi sueño es volver a trabajar en lo que tanto amo. Cuando vuelva es porque mi hijo ya está muy bien”.
Del festejo dijo: “Se me ocurrió hacerlo de aviones porque mi hijo los ama; todos los fines de semana nos vamos a un mirador en el Aeropuerto de Los Ángeles, y nos podemos quedar horas sin problema. Ver cómo despegan y aterrizan los aviones es su mayor distracción. Además, organizamos una mecánica de recibir a la gente como si llegara a la aduana, les dábamos un pasaporte con su foto y una maletita de cartón con dulces, como recuerdito. Fue lindo encontrarnos con tanta gente querida que teníamos tantos años de no ver”.
Al festejo asistieron 80 personas; “Nosotros vivimos en California, nos vinimos de vacaciones 10 días por el tema de Gonzalo, de sus terapias; aparte tenemos un negocio y no podíamos dejarlo tanto tiempo solo. Su abuelita quería festejarle sus 15 años en México, y por eso la hicimos en su casa. Ofrecimos una taquiza; ella hizo arrocito, nopales, tostadas de pata, y yo armé una mesa de postres diferente. Mi hijo está bajo un protocolo estricto de dieta en el que no puede comer gluten, azúcar, lácteos... Yo misma preparé lo que él puede comer”.