La emoción no le cabe en el pecho a El Cojo Feliz luego de llenar su primer Teatro Metropolitan con el show La peor pluma de México, un espectáculo que muestra la madurez del comediante, acompañada de chistes que hicieron carcajear a los asistentes de principio a fin.
En TVyNovelas hablamos con el humorista y nos contó que detrás de toda esa felicidad hay momentos de tensión que determinaron su camino en los escenarios.
“Yo vengo de Chimalhuacán, fui un hijo no planeado, luego pasé por el cáncer, a veces, la vida puede ponerse realmente mala, en cualquier momento, yo como lo veo, después de enfrentar el cáncer, lo que vengan son horas extras. De verdad, lo veo como tiempo extra, después de haber sido diagnosticado con cáncer, todo se disfruta mucho más, todo lo ves sin ser un cliché, como volver a nacer, si hay un día malo, pues bueno, al menos no es un tumor cancerígeno”.
Su cáncer se presentó con un fuerte malestar que no tenía explicación hasta que un especialista dio con el terrible diagnóstico.
“Empecé con un dolor que no se quitaba en la rodilla, pensé que me había dado un golpe, era en los huesos, fue empeorando y empeorando, ya me dolía muchísimo al estirar, terminé yendo a un ortopedista privado y me dijo que fuera al seguro porque era algo fuerte, me operaron de una cosa que necesitaba, al final se dieron cuenta que era un linfoma de Hodgkin, ya falleció afortunadamente, que en paz descanse del tumor”.
Pese a lo preocupante que pueda ser el futuro de los pacientes que enfrentan el cáncer, el artista asegura que jamás su salud se vio comprometida.
“No, nunca estuve al borde de la muerte, no deja de ser una enfermedad crónica. Cuando pasó el cáncer, tenía 20 años, me dieron la noticia y afortunadamente yo era muy ingenuo en el tema, como para tomármelo tan en serio. Si yo hubiera sabido todo lo que se tiene que saber del cáncer, me vuelvo loco y me hubiera deprimido”.
Sobre su apodo, nos confiesa cómo surgió: “Tenía que pensar en un nombre y la verdad, Hugo Pérez no me gustaba tanto. Quería algo más claro, cómico, yo, ya tenía que usar bastón y tenía claro que en la comedia me iban a decir un apodo, mejor ir por delante y dije, yo soy el cojo feliz. A mi abuelita, no le gustaba decirme el cojo, se enojaba, mis tías me decían cojo, porque para mí estaba bien, pero ella no lo tomaba a bien. Tú eres dueño de cómo reaccionas a todos esos factores externos”.