Que Silvia Pinal construyera su casa en el Pedregal, al sur de la CDMX, fue una sugerencia de su papá, que siguió al pie de la letra.
Fue el señor Pinal, antes de morir a mediados de los años 50, quien le aconsejó a Silvia Pinal comprar un terreno al sur de la capital mexicana para asegurar su futuro mientras los tiempos fueran de abundancia.
María Luisa Hidalgo Aguilar tenía 15 años cuando tuvo a Silvia Pinal con el señor Moisés Pasquel. Sin embargo, Silvia no supo que él era su padre biológico sino hasta muchos años después. Y es que desde edad preescolar, Silvia conoció a la pareja de su madre, don Luis G. Pinal, como su papá.
A mediados del siglo XX, Silvia Pinal ya tenía a Silvia Pasquel, ya se había divorciado de Rafael Banquells y ya era una estrella de cine. Compró el terreno en abonos, y a decir de Silvia, “eran baratos por la lejanía respecto al centro de la ciudad y porque no tenían servicios”.
En su autobiografía, “Esta soy yo”, Silvia Pinal así describe su casa en el Pedregal: “La casa que construí en el terreno que papá Pinal me sugirió y la cual levanté con mi trabajo, pero sobre todo con gran ilusión y amor. La Casa Pinal...”.
“Mi casa siempre ha sido mi hogar y refugio para todos: Silvita con mi nieta Stephanie, mis bisnietas, Michelle y Luz Camila. Alejandra, con mi nieta Frida Sofía. Luis Enrique, con mis nietas Giordana y Sherza. Mis esposos han vivido en esta casa: Gustavo, Enrique y Tulio, todos, excepto Rafael”.
“Amo mi casa y lo que representa, quiero a mis amigos con los cuales celebro Navidad, fin de año y con cualquier pretexto nos reunimos aquí. La casa que también fue estudio para la planeación y elaboración de películas y que acogió, entre otros muchos, a mi querido don Luis Buñuel”, compartió en su autobiografía.
Alberca olímpica y ‘María Isabel’...
La planeación estuvo a cargo del arquitecto Manuel Rosen Morrison (1926-2018), quien ya había proyectado la residencia de Mario Moreno “Cantinflas”, y años después haría lo propio en la alberca y el gimnasio de los Juegos Olímpicos de 1968. “Manuel me preguntó que cómo quería la casa”, cuenta Silvia, “y le respondí: ‘Grande y con alberca’.
“Cuando él inquirió de qué tamaño sería la alberca, le contesté: ‘Olímpica. Esta casa es de nueva rica (risas). Será mi primera y única casa. La quiero olímpica’. El arquitecto se moría de risa conmigo, pero olímpico era el tamaño y me construyó la alberca más grande de la zona. Tenía un terreno grande, aunque no para tener una así; cuando llegué y la vi dije: '¿Esto es la alberca olímpica? ¡En la madre!’. Era inmensa. Conforme pasó el tiempo, le dije: ‘Arquitecto, hágala más chiquita’, hasta que llegó a un tamaño normal. Aquí aprendieron a nadar todos mis hijos y nietas”.
Su construcción se asienta en parte sobre roca volcánica; el resto, sobre un sistema de pilares metálicos. Ahí se escribió el guion de la película Viridiana (1961) y su estructura funcionó como set para María Isabel (1967) y El amor de María Isabel (1968), que ella protagonizó. Algún tiempo la decoró con artesanías de Japón, por lo que Gustavo Alatriste la llamaba “Japonesa”.