El fisicoculturista checo Illia Golem, apodado “El mutante” y considerado por muchos como uno de los más imponentes del mundo, falleció este pasado miércoles a los 36 años de edad.
Golem, cuya imponente figura lo llevó a la fama en el mundo del culturismo, alcanzó una altura de 1.85 metros y llegó a pesar 165 kilos
Aunque su carrera deportiva comenzó con la intención de ser tenista profesional, Golem encontró en el culturismo su verdadera pasión.
Inspirado por leyendas como Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, dedicó su vida a esculpir su físico, adoptando rutinas extremas tanto en el gimnasio como en su alimentación.
Para mantener su tamaño descomunal, Illia Golem seguía una estricta dieta que incluía el consumo de hasta 16,500 calorías diarias, divididas en siete comidas. La carne y el sushi eran los pilares de su alimentación, que lo ayudaban a desarrollar y mantener su impresionante musculatura.
Sin embargo, su estilo de vida fue motivo de preocupación para muchos. Golem complementaba su dieta con la inyección de hasta 50 dosis diarias de insulina, con el objetivo de acelerar la quema de alimentos en su cuerpo. Se especula también que podría haber recurrido al uso de sustancias peligrosas, como Synthol, para aumentar artificialmente el tamaño de sus músculos.
La muerte de Illia Golem deja una huella en la comunidad del fisicoculturismo, donde era admirado por su disciplina y determinación, aunque también genera reflexiones sobre los límites y riesgos de llevar el cuerpo al extremo.