Próximo a cumplir cuatro décadas de trayectoria periodística, Gustavo Adolfo Infante tiene por ahora un motivo muy especial para celebrar: seis años del programa De primera mano, de Imagen Televisión, con el que, además de fortalecer su credibilidad con primicias y exclusivas, ha logrado conjuntar un equipo de trabajo formado por Addis Tuñón, Érika González y Lalo Carrillo, con el que está más que satisfecho.
“En 39 años de labor he dirigido muchos equipos y me han dirigido también, y ésta es la primera vez que existe esta camaradería: los cuatro somos reporteros, no artistas; somos periodistas con diferentes puntos de vista, no se impone nada a nadie; si alguien tiene una opinión distinta a la mía, hay absoluta libertad, no hay envidia, nos llevamos muy bien y me siento muy a gusto. Nunca había tenido un equipo tan sólido en la conducción de un programa”.
Llegar a este punto no ha sido sencillo, pues aunque con muchos compañeros ha logrado una gran química, con otros las cosas no han sido sencillas: “He tenido compañeros entrañables, como Mónica Noguera, que es mi amiga y dejó huella, y ha habido personajes que no han dejado ni siquiera el suspiro de su presencia porque se fueron por la puerta de atrás. Cuando eso pasa, ni siquiera vale la pena mencionarlos. Nos costó mucho trabajo apostar por Addis Tuñón, para la productora y para mí fue un problema traerla; la empresa no la quería al principio, y durante muchos meses fueron presiones para que se fuera. Finalmente se demostró con números y con su trabajo ser una pieza indispensable para el programa”.
Son innumerables las primicias que se han dado en De primera mano desde hace seis años; sin embargo, en ocasiones no es del todo grato difundir la información, especialmente cuando se trata de fallecimientos: “Han habido personajes que se nos adelantaron y no tuve oportunidad de arreglar problemas con ellos, como con Vicente Fernández. Con Carmen Salinas estaba en proceso de arreglarnos; de repente ella se cae en el baño de su casa y ya no hubo oportunidad. Creo que esos momentos de decirle: “Aquí estoy, soy humano” me han dolido mucho. Talina Fernández fue también una muerte tremendamente dolorosa para mí”.
La crítica periodística no es asunto sencillo de realizar, y menos cuando los involucrados se sienten afectados, situación con la que Gustavo Adolfo ha aprendido a lidiar: “Enemigos siempre vas a tener cuando ejerces la crítica; lo que ocurre en el periodismo de espectáculos de México es que está lleno de improvisados, cualquiera que le pone un apodo u ofende a la gente, ya cree que es periodista, pero serlo es otro rollo. El periodista se hace en tres lugares: en la redacción, en la chin… diaria, trabajando en el chacaleo, y en las universidades. Yo he estado en los tres: soy licenciado en Periodismo y en noviembre cumplo 39 años trabajando todos los días como reportero y no olvido lo que soy. No quiero amigos, tampoco vengo a buscar enemigos, pero quiero buscar sobre todo personas a quienes mandar un mensaje”.
Aunque ha enfrentado momentos complicados debido a estas críticas o demandas en su contra, se mantiene firme en su labor de informar: “Está muy padre esto, porque te haces de una piel muy gruesa cuando trabajas como reportero de espectáculos. No podría tirar la toalla porque de esto come mi familia, además de ser mi pasión y vida. Siempre lo digo y no es broma: si se me poncha una llanta del carro estoy en un grave problema, porque no la sé cambiar. No sé hacer otra cosa más que ser reportero de espectáculos, es para lo único que me he preparado toda mi vida”.
Para Gustavo Adolfo, su camino lo seguirá labrando con trabajo, y aunque en momentos se ha sentido coartado en su libertad de expresión, no se permitirá dejar de informar a su público: “Mentiría si digo que no he sentido coartada mi libertad de expresión, pero ahora ya existen otras cosas: recovecos legales con los cuales, abogados de cualquier revista, programa de televisión o reportero, nos pueden poner una orden de restricción para no hablar de cierta persona. Es una Ley Mordaza que están poniendo los jueces sin siquiera investigar. A mí me la han puesto para no hablar de personas que ni conozco, que nunca en mi vida he visto ni mencionado sus nombres, y luego dicen: “A mis hijas les afecta lo que dices de mí”. Yo respondo: “¡Pues pórtate bien! No andes haciendo pen…: no te drogues, no te exhibas con otra señora o señoras que no son tu esposa”. El problema es de ellos, no mío, pero a uno lo sancionan. De cualquier manera, yo seguiré en el camino”.