Talina Fernández dejó su cuerpo físico el pasado 28 de junio ante una inesperada leucemia que estaba en última fase y que tomó por sorpresa a todos. La Dama del buen decir fue amorosa hasta el último suspiro; bromista y con comentarios cargados de inteligencia y profundísimo amor se despidió de cada uno de su linaje, quienes acudieron a una apretada despedida dentro del Hospital Español, donde cerraron sus ojos para siempre.
El proceso de la muerte siempre fue algo platicado por Talina Fernández, quien tuvo que resignificarla ante la partida de su hija, Mariana Levy. La conductora no tenía miedo de lo que vendría, pues fuera la nada o un mundo inmenso de colores, ella estaba tranquila de enfrentarse a lo que fuera. De esta sentida despedida ha pasado un mes, y su hijo Pato Levy deja a un lado el dolor de la ausencia para contar en exclusiva y por primera vez a TVyNovelas todo lo que pasó el día que despidió a su madre, la gran Talina Fernández.
¿Cómo es tener a alguien tan cercano como Talina y ya no verla físicamente? Tal cual, no está nada fácil. Llevaba los últimos 16 años pegadito a mi mamá, teníamos un pacto respecto a que me quedaría hasta el último aliento con ella, y desde hace mucho se lo dije, le prometí que si ella se iba yo me iría con ella. Yo siempre fui el consentido, era el más chiquito de los tres, y ahora que se fue mi mamá, es un golpe tremendo que lamentablemente ya veía venir.
Explícanos eso… Desde hace año y medio si mi mamá se enfermaba o le daba una gripita, perdía el hilo de las palabras y no podía hablar; yo les decía a todos que en cualquier momento si le daba fiebre a mi mamá se iba a morir, porque además, como era muy fumadora, era algo que habíamos platicado recientemente mi hermano y yo, ya que ella no se iba a poner mejor.
¿Es por eso que su salud disminuyó? Sí, comenzó a sentirse peor, y primero fuimos con un infectólogo, luego con otro doctor, luego un hematólogo… Él le hizo exámenes en un cachito de su cadera, a la semana nos llamó y nos dijo que tenía mielosis displásica, con la cual, si estaba muy avanzada, viviría un año ocho meses máximo. Yo tuve la idea de no decirle a mi mamá, porque como ella fue enfermera, tenía la costumbre de buscarlo todo, y sólo le dije que tenía una anemia aguda.
¿Por qué lo hiciste? Mi mamá siempre decía que a uno lo que lo mata es el diagnóstico, por eso cuando te dicen que tienes cáncer, ya valió mad…, por eso le dije que tenía anemia; estábamos tratándola con unas inyecciones para la mielosis y estaban funcionando muy bien, pero a la cuarta inyección que le pusimos (era una a la semana) comenzó a tener dolores insoportables, esa es una de las reacciones secundarias del medicamento, el dolor en el cuerpo musculoesquelético. Ella lloraba y me ofrecí a llevarla al doctor, no quería, pero la llevé a urgencias. Más tarde me llamó el hematólogo y me dijo que tenía algo importante que decirme, porque el diagnóstico ya no era mielosis.
¿Qué tenía ahora? Leucemia, pero me decía él que no sabía cómo era posible que fuera tan rápido, en tres semanas se convirtió en algo complicadísimo; estuvo internada desde el sábado y se murió el miércoles.
¿Cuando estaba en el hospital hablaron de lo que pasaría con ella? Coco y yo estuvimos siempre al pendiente, nos quedamos de guardia para que mi mamá no estuviera sola; José, su novio, también estaba pendiente, se portó como todo un caballero y se quedó a cuidarla toda una noche. El miércoles que falleció me llamaron en la mañana y me dijeron que moriría ese día. Agradezco al médico que no le diera rodeos a eso, que me lo dijera como era; ahí decidí llamar a todos los hijos de Mariana para que fueran a despedirse, pero en el fondo pensé que mi mamá no se iba a morir.
¿No había nada más qué hacer? La gente de terapia intensiva me dijo que podíamos operarla y así quitarle el dolor del estómago, pero los demás dolores los seguiría teniendo; la operación hubiera alargado aparentemente la vida de mi mamá una semana, pero no le di permiso para que la operara.
¿No lo hubiera querido tu mamá? No, y también me preguntaron que si mi mamá sufría un ataque cardiaco podrían revivirla, y les dije que no, ella no quería.
¿Eso ya lo habían platicado? En el programa que teníamos de Blah... blah... blah... hablamos de la muerte, ese día le dije a la producción que no hubiera invitado para poder platicar con mi mamá. Recuerdo que hablamos a fondo y yo comencé a echar la lágrima un poquito; ella me dijo: “Tranquilo, cab…, yo no le tengo miedo a la muerte”, y me decía que si veía que ya no había nada, pues estaría tranquila y que no sufriría más, y si en una de esas había un Paraíso y volvía a ver a Mariana otra vez, habría valido la pena. Una semana antes de que se muriera, le insistí para que arreglara unas cosas, porque en el testamento había algo que no estaba muy claro.
¿Qué tipo de cosas? No estaba claro que a José Emilio y a Paula les tocaba algo; sus bienes se dividieron en tres partes, y una tercera parte es para los hijos de Mariana. Ese día, platicando con el notario, queríamos firmar una carta de no resucitación, que es algo que haces en caso de tener muerte cerebral, porque luego todo se complica.