Tiene 46 años y no teme confesarlo. Al contrario, Marlene Favela se siente orgullosa de su edad, de lo que ha construido y de cómo se ve al espejo. Ya no es la misma de “Gata salvaje”, pues desde ese 2002, en el que alcanzó el máximo estrellato, ha sido mucho el agua que ha corrido. En dos décadas, la actriz ha protagonizado en México y Estados Unidos, tuvo un derrame cerebral que puso en riesgo su vida, se casó, tuvo una niña, se divorció y se convirtió en empresaria.
Aterrizó en el llamado cuarto piso con todo el entusiasmo y alejándose de todo aquello que no sumaba. “Yo escuchaba que cuando una mujer cumplía 40 años estaba en el ocaso de su vida, pero no, yo cumplí 40, me convertí en mamá, me volví empresaria, una mujer productiva, exitosa, me siento más bella que nunca, pero no sólo físicamente, sino en todos los sentidos de mi vida, entonces siento que es una forma de inspirar a otras mujeres y decirles que sí se puede porque yo también soy mamá, también me desvelo, llevo a mi hija a la escuela, la recojo, estoy al pendiente de sus actividades, hago novelas, soy mi propia jefa y también soy amiga”, confiesa la artista en una reflexiva plática con TVyNovelas.
La madurez de los años le dieron esa serenidad con la que responde cada pregunta. Es analítica y busca siempre la forma de compartir un mensaje positivo.
“Es que a mí me pasó algo muy curioso, yo en mis 20 fui muy feliz, y en los 30 tenía como muchas inquietudes de hacer ciertas cosas, cuando llegan los 40, me sentí tan plena, en todos los aspectos, en el emocional, en lo físico, en todo, creo que a mí no me pegó esa etapa porque me sentía mucho más poderosa que nunca, más bella, más atractiva, más inteligente, más madura; mi hija Bella llegó a mi vida y me inyectó una energía impresionante, cuando ella nació me inspiró a hacer su propia línea de muñecas y me volví muy creativa, entonces no tuve esa crisis, no sé si llegue a los 50, pero creo que estoy en la mejor etapa de mi vida”.
Su belleza, desde que comenzó la carrera, ha acaparado los reflectores y la admiración de un público que la contempla. Pero más allá de las los tratamientos invasivos, Marlene considera que lo que hace realmente hermosa a una mujer es la naturalidad.
“Yo creo mucho en la prevención, ya cuando las cosas llegan es difícil de quitarlas, pero por eso he trabajado toda mi vida, he hecho ejercicios, como bien, no tomo alcohol, no consumo sustancias raras, cuido mi cuerpo porque es mi templo, entonces he venido haciéndolo como una forma de vida porque quiero envejecer de la manera más digna, no quiero inyectarle nada a mi carita, no quiero usar nada que vaya en contra de la naturaleza, no tomo sol para arrugarme lo menos posible, uso mi bloqueador, tomo mucha agua, como muy sano, me ejercito, me hago mis tratamientos, pero inevitablemente envejeceré, todas mis arrugas son las cicatrices de mi vida, son mis experiencias vividas, las veces que he llorado, que he sufrido, mis desvelos de mamá… Mis estrías, mi celulitis, todo eso es parte de mi vida y no lo quiero borrar. Quiero que las mujeres se amen y se respeten a sí mismas, no importa si no tienen el cuerpo perfecto o no”.
La artista que protagoniza la adaptación de El maleficio que produce José Alberto Castro, asegura que la maternidad fue el evento que cambió su forma de pensar y su perspectiva hacia ciertos temas.
“Mi única obsesión en la vida se llama Bella, es mi prioridad, yo amo mi carrera, mi familia, el ser empresaria, pero lo que más amo es ser mamá, ella está por encima de todo y no descuidaría nada de su vida por ninguna circunstancia”.
Y aunque en pantalla pudiera parecer una mujer extremadamente dulce, Favela derriba esa suposición en esta entrevista.
“Yo no soy una mujer dócil, ni dulce, soy una mujer con carácter, siempre voy a decir lo que pienso, voy a luchar por lo que quiero, siempre he ido en busca de mis sueños, siempre he buscado que el mundo me respete, pero para eso he aprendido a respetarme yo misma. A lo mejor puedo parecer dulce por mi voz, quizás soy amiguera, nunca tengo conflictos en mi área de trabajo porque me gusta trabajar en armonía, no le envidio nada a nadie, hay cosas de mí que me encantan, pero no soy dulce, ni suave”.