Pedro Sola siempre se ha portado bien, o al menos eso presume, su inteligencia es un deleite, pues queda expuesta al ser tan buen conversador. El economista se ha convertido para la audiencia en sinónimo de cercanía y familiaridad, al ser uno de los conductores mejor posicionados de la actualidad desde su trinchera: Ventaneando.
En TVyNovelas se nos ocurrió la travesura de disfrazarlo de Santa Claus y él toma a bien el atrevimiento, “¿esto cómo va?”, pregunta respecto a los protectores de zapato que
asemejarán unas fuertes botas navideñas. “Estas cosas me encantan”, dice uno de los personajes más emblemáticos del entrtenimiento hoy por hoy mientras posa en la calma de la escenografía de Ventaneando, para después comenzar la entrevista.
Pedro, ¿cómo está? Háblenos de sus navidades...
“Pues mire, mi familia siempre fue muy pequeña, mi papá vino de España solo y mi mamá fue hija única; entonces, mi familia era mi abuela materna, que era únicamente 16 años mayor que mi mamá y mi hermana la mayor y yo. Años después, nació mi hermana la chica. Siempre fu mos muy pocos, la Navidad era muy familiar, muy en la casa, mi abuela que era una excelente cocinera, hacía romeritos y bacalao que le quedaban maravillosos, a mi papá le gustaban los mazapanes y los turrones”.
¿Venía Santa Claus?
“Sí, nos íbamos a dormir temprano y mis papás pues nos ponían los regalitos debajo del árbol y luego en la mañana nos levantábamos y ahí estaba todo. A mí luego me da mucha tristeza que de repente los niños ven en la televisión tanto anuncio de juguetes carísimos, a lo mejor el Santa Claus no tiene para cumplirles el deseo”.
¿Le trajo Santa todo lo que pidió?
“Siempre fueron muy claros mis papás respecto a que no debíamos pedir barbaridades; entonces, a nosotros en Navidad, por lo general, nos traían algo de ropa y unos dulces. Ya para Reyes nos traían algún juguetito, alguna cosa padre, porque tampoco éramos de muchos juguetes.
¿De qué regalo se acuerda?
“En alguna ocasión me regalaron patines de ruedas, con los que nunca aprendí a patinar. En el departamento donde vivíamos había un gran pasillo, era un departamento muy largo, de mosaico, y entonces ahí en el pasillo es que yo patinaba, porque en la calle ni siquiera me dejaban. Y luego alguna vez me trajeron una bicicleta que tampoco usé mucho, porque yo no era de los de andar en la calle”.
Ese Santa Claus no sé si estaba muy atinado...
“Sí, pobre de mi papá, porque un día me acuerdo que me trajeron un balón de fútbol americano, hágame favor, en la vida jugué, bueno, no jugué ni con una pelota porque no me gustaban, a mí me gustaba estar en mi casa con mi abuela, hacíamos galletas, tortillas de harina, pasteles y buñuelos toda la tarde”.
¿Iban cambiando las navidades a cómo iba creciendo?
“Ya de adolescentes, mi abuela tenía una hermana que tenía una casa maravillosa por Camino al Desierto de los Leones, una propiedad preciosa con un jardín maravilloso, era una mujer adinerada, adornaban los árboles y aquello era muy bonito. Hacía la cena de Nochebuena, entonces íbamos y pues era muy bonito porque había muchas cosas, golosinas, además, como mi tía tenía un restaurante, pues todo era rico”.
¿Hay alguna Navidad que lo marcara?
“Pues para mí todas, cuando era niño, todas fueron muy bonitas, mi abuela nos ponía un pequeño nacimiento; sin embargo, sí cambió todo a la muerte de mi abuela”.
¿Cómo fue a partir de ahí?
“Fíjese que mi mamá me decía que todos los días era Navidad por el simple hecho de que ella y yo estábamos juntos. Mi mamá y yo, en la época que ya mi papá había muerto no necesitábamos de nadie para pasarla bien, mandaba a comprar algo y disfrutamos todo el tiempo”.
¿Siempre se portó bien? ¿Nunca le hubiera tocado un carbón?
“No. No, jamás, yo siempre fui una persona muy bien portada. Por ejemplo, en mi casa, no se podía decir ni tonto, porque era una grosería. Mi abuela y mi mamá eran como general y coronel”.
¿Le deja algo la experiencia de vestirse de Santa Claus?
“Sí, hay que llenarse de cosas uno, viajarlo, comerlo, pasearlo, porque es lo único que se va a llevar uno de este mundo. Mi vida ha sido muy feliz, muy, muy feliz. Siempre he gozado de buena salud y después de que mi mamá se murió, el personaje femenino más importante en mi vida se llama Pati Chapoy, yo le puedo contar todo y como es una mujer tan sensata e inteligente, siempre tiene la respuesta correcta para mí".
Por último, ¿le gustaría dar un mensaje a los lectores de TVyNovelas?
“Que la pasen estupendamente con su familia, que cenen rico, que paseen y lo más importante, que traten de ser felices”.