Ha pasado un año ya desde el día en que la tragedia llegó a Pablo Lyle de su propia mano. Esto luego de que tras un altercado vial en una avenida en Miami, el actor discutiera con el señor Juan Ricardo Hernández, un hombre de 63 años a quien le propinó un puñetazo dejándole inconsciente tirado en el piso, y que posteriormente, falleciera en el hospital debido a la lesión. Desde entonces, Lyle ha vivido el calvario de un largo juicio, acusado de homicidio involuntario y bajo libertad condicional, que le obliga a permanecer en un departamento en Miami sin posibilidades de salir de su distrito o volver a México, por lo cual, ha perdido varios proyectos laborales.
Y ante varias audiencias, en las que su defensa ha alegado defensa propia sobre la acción de su cliente, la corte de Estados Unidos le ha negado una y otra vez dicho recurso, por lo que recientemente se ha dado a conocer, podría pasar hasta 9 años en prisión. Pero no sólo el agresor y el agredido han sido víctimas de este lamentable incidente, pues la viuda del hombre de origen cubano, Mercedes Arce, también ha sufrido consecuencias tras la pérdida de su esposo, y así lo expresó en una videollamada exclusiva con el programa Suelta la sopa. “Jamás se olvida esto, ha sido un golpe muy fuerte, para mí. Me ha dejado destrozada, necesito ayuda psicológica, un tratamiento, debido a la situación que he pasado, dicen los doctores”, afirmó Arce.
En cuanto a la situación legal de Pablo, y a las imágenes que se publican de él realizando las actividades básicas que le son permitidas en la calidad de arresto domiciliario que tiene, externó: “Ya que cierre este capítulo, lo dejo en manos de Dios. No lo he visto y trato de evitar todas esas cosas que me están haciendo daño. Mi salud se ha deteriorado enormemente, ya no soy la misma de antes”, señaló Mercedes visiblemente afectada. “Él era una muy linda persona, un muy buen ser humano, muy buen hijo, muy buen padre, un buen esposo. Siempre estará vivo en sus hijos y todos. Sus cenizas las tengo yo en casa”, expresó sobre Juan Hernández, y agradeció a los compañeros de trabajo, familiares y amigos que la han apoyado en este duro trance: “Todas las personas que lo conocieron me han ayudado, porque esta historia me va a perseguir siempre”, concluyó.