Un turista canadiense y su esposa de 55 años fueron los protagonistas de una verdadera historia de terror en el agua. Mientras disfrutaban de unas plácidas vacaciones, el heroico hombre se lanzó al mar para defender a su esposa de los afilados dientes de un tiburón de casi dos metros que la atacó mientras intentaba sacar una foto.
El brutal incidente ocurrió el el pasado 7 de febrero en las aguas poco profundas de Blue Hills, en las Islas Turcas y Caicos. La mujer perdió ambas manos y sufrió una grave herida en el muslo antes de que su esposo pudiera rescatarla de ser devorada por completo.
Según testigos, indicó The Sun, la pareja nadaba a pocos metros de la orilla cuando la mujer intentó acercarse al depredador y “tratar de interactuar” con él. “El tiburón mordía y no soltaba”, relató un testigo a Magnetic Media. Su esposo luchó desesperadamente por apartar al animal, mientras ella, gravemente herida, logró llegar tambaleante hasta la playa.
Autoridades creen que se trató de un hambriento tiburón toro
Las autoridades creen que el atacante fue un tiburón toro, una de las especies más agresivas de los mares. “Estuve allí 40 minutos y el tiburón seguía merodeando”, indicó otro testigo. El animal permaneció en la zona incluso después del ataque, lo que obligó a cerrar la playa.
Cuando llegaron los servicios de emergencia, encontraron a la familia intentando contener la hemorragia con toallas. “La víctima perdió ambas manos y parte de los antebrazos”, señalaron fuentes locales.
La mujer fue internada en el Cheshire Hall Medical Center
De momento se sabe que, pese a la gravedad de sus heridas, lograron trasladar a la víctima al Cheshire Hall Medical Center y, posteriormente, fue evacuada fuera de la isla para recibir tratamiento especializado.
Las autoridades le recordaron a los turistas que estaban en la playa sobre la importancia de respetar la vida marina y tomar precauciones al nadar y no intentar interactuar con los depredadores.
El Departamento de Medio Ambiente y Recursos Costeros recomendó también, evitar aguas turbias, no nadar solos y nunca intentar alimentar a los tiburones. Finalmente, la playa reabrió el domingo tras una evaluación de seguridad, pero el impacto del ataque sigue latente entre los residentes y visitantes.